Hace poco me he enterado de que existen varias calificaciones (además de las ya conocidas) para definir la sexualidad de una persona. Una de ellas, llamada demisexualidad, me hizo especialmente gracia. Me causó simpatía. Me hizo sentir identificada.
Respecto a lo que he encontrado del tema en la web, poco que comentar. La definición, a la wikipedia... Pero lo que me ha parecido especialmente curioso, es el bombo y platillo que he leído que se le da a esta orientación siempre hablando desde el enfoque de la asexualidad.
Yo nunca he sido asexual. Al menos nunca me he sentido así. Lo que he sentido han sido pavor y ataques de pánico a la intimidad con otra persona. Supongo que cada uno tendrá sus motivos, y no puedo decir que todos los casos sean iguales, pero yo parto de la base de que todos los seres somos sexuales. Incluso de que nacemos bisexuales, y luego ya decidimos por el camino...
Y yo no elegí ser lo que soy. Vino dado por una circunstancia en concreto, por una primera vez que estuvo más cerca de una violación que de un cuento de hadas. De ahí el pavor, cuando sientes que te arrancan tu identidad en un momento en el que esperabas encontrarte fuegos artificiales.
Siempre pensé que me gustaría el sexo. Y no digo que ahora no me guste, pero si de mi demisexualidad se trata, no pretendas que me vaya a la cama con un tío de una noche al que no conozco de nada y por el que no siento nada. Y con nada me refiero a "Lo siento, pero no me pones una mierda, aunque te haya dado un beso de película".
Creo que la sexualidad, y lo que se entiende por practicar el sexo y la importancia que le des, viene dada por una serie de circunstancias que rodean al individuo. Valores y miedos inculcados de padres a hijos, experiencias positivas o negativas en el conocimiento del otro a través de los genitales y, por desgracia, de tu género en un alto porcentaje de las veces...
No se trata éste de un discurso deontológico sobre los valores y miserias varias evangelizadas mediante una serie absurda de religiones rancias y abusivas. Se trata de uno mismo.
Yo soy una romántica empedernida, pero eso no me ha hecho ser demisexual. Me encantaría ser capaz de coger a un desconocido que me ponga a mil y vivir una noche de sexo desenfrenado mancillando hasta las escaleras del portal... Pero no puedo. Me gustan los orgasmos, me gusta disfrutar de mi cuerpo y me ponen cachonda según qué personas. Algunas incluso inesperadas. Pero llegada la hora de la verdad, no puedo.
Que nadie se eche las manos a la cabeza y se esconda y escude en el "cada uno es como es" o me tache de termostato de ningún tipo. Detrás de la demisexualidad (y no quiero decir detrás de todo tipo de demisexualidad o asexualidad), no se esconden valores de respeto personal, o de no sentir absolutamente nada (nadie es de piedra), ni las creencias de cada cuál, ni ganas de provocar a otro y dejarle a medias. Detrás de la mayoría, me atrevo a decir como es mi caso, se encierran en realidad los complejos. Hacia uno mismo, hacia nuestro propio cuerpo, hacia el ridículo y la mofa. Al no saber qué hacer y al miedo que nos da experimentar, tirarnos a la piscina. En mi caso, porque la primera vez que lo hice me dejó destrozada física y psicológicamente. Y duele dejar entrar en esa parte tan dura de ti mismo, que has ocultado con tanto mimo debido a su fragilidad, al torbellino de emociones que causa depender del ejército de Atila. El miedo a no ser entendida, a ser tachada de rarita. Lamentablemente también el miedo al odiado "calientabraguetas" o a que un "no" se tome como un "insiste un poco más". A la crítica del otro cuando, a pesar de amarte y amar tu cuerpo, te sientes estúpida en sus brazos. El miedo al rechazo y al abandono tras una primera vez, porque tu cuerpo igual necesita un segundo intento para relajarse y ser espontáneo (ocurre, doy fe). Porque si de aquella primera vez tardé siete años y un erasmus en levantarme, ¿qué clase de hombre querría a una mujer herida de este modo? ¿Qué pasará si no me apetece con un extraño cuando aquel de la primera vez decía ser mi mejor amigo y se llevó tanto de mí? ¿Para qué volver a ponerme en una situación de peligro y arriesgarme a que la palabra "no" vuelva a atascarse en mi garganta?
Pues por una sencilla razón: porque vivo en una sociedad que inculca a la víctima que debe protegerse, pero no a un agresor que eso es un delito grave. Y si la víctima no se protege, su argumento sería que yo misma me metí en eso porque quise. Que yo provoqué esa situación. Y volvemos a la pescadilla que se muerde la cola.
Porque según lo investigado, se necesita un fuerte vínculo emocional para que una persona demisexual mantenga relaciones sexuales. Pero yo creo en el amor a primera vista, y un vínculo se puede formar de una mirada, pero no siempre con la misma intensidad por ambas partes, lo cuál niega la premisa de que tenga que existir un fuerte vínculo con esa persona, o que deba ser tu pareja, puesto que no tengo pareja desde los dieciséis y mi primera y traumática primera vez fue a los dieciocho, a cinco días de cumplir diecinueve.
Así que duele el doble cuando te sientes capaz de volver a intentarlo. Cuando te vuelves pícara, provocadora... Cuando vuelves a ser tú con alguien ajeno, y te dan una soberana patada en el culo, acompañada o no de explicación.
Presupongo entonces, que la demisexualidad va asociada al vaginismo, ya que, sin excitación sexual, los músculos de la vagina se mantienen en tensión, no permitiendo la penetración, de ahí que duela... Pero, cómo dijo Alejandro Jodorowsky: "Cuando llegue el amado hombre de tu vida, tus cuatro labios se abrirán como si su falo fuera el Mesías. Él no empujará, será absorvido". (Y también doy fe de que esto es verdad.)
No me educaron para acostarme con todo perro pichichi, pero siempre fui una transgresora. Y de hecho nadie piensa, cuando me conoce por primera vez, que ese oscuro pasado pueda ser el mío. Pero es que no me gusta ir dando pena, aunque ahora sepa tratarlo con la convicción de que soy una superviviente. Que no fue culpa mía. Porque mi caso no es único, por desgracia.
Entonces, ¿qué queda? ¿Soy demisexual porque quiero o porque no he tenido más opciones dadas mis circunstancias?
Pensé que el ponerle nombre a mi orientación tendría sus ventajas... Aunque no estoy totalmente convencida de querer ser encasillada.
Respecto a lo que he encontrado del tema en la web, poco que comentar. La definición, a la wikipedia... Pero lo que me ha parecido especialmente curioso, es el bombo y platillo que he leído que se le da a esta orientación siempre hablando desde el enfoque de la asexualidad.
Yo nunca he sido asexual. Al menos nunca me he sentido así. Lo que he sentido han sido pavor y ataques de pánico a la intimidad con otra persona. Supongo que cada uno tendrá sus motivos, y no puedo decir que todos los casos sean iguales, pero yo parto de la base de que todos los seres somos sexuales. Incluso de que nacemos bisexuales, y luego ya decidimos por el camino...
Y yo no elegí ser lo que soy. Vino dado por una circunstancia en concreto, por una primera vez que estuvo más cerca de una violación que de un cuento de hadas. De ahí el pavor, cuando sientes que te arrancan tu identidad en un momento en el que esperabas encontrarte fuegos artificiales.
Siempre pensé que me gustaría el sexo. Y no digo que ahora no me guste, pero si de mi demisexualidad se trata, no pretendas que me vaya a la cama con un tío de una noche al que no conozco de nada y por el que no siento nada. Y con nada me refiero a "Lo siento, pero no me pones una mierda, aunque te haya dado un beso de película".
Creo que la sexualidad, y lo que se entiende por practicar el sexo y la importancia que le des, viene dada por una serie de circunstancias que rodean al individuo. Valores y miedos inculcados de padres a hijos, experiencias positivas o negativas en el conocimiento del otro a través de los genitales y, por desgracia, de tu género en un alto porcentaje de las veces...
No se trata éste de un discurso deontológico sobre los valores y miserias varias evangelizadas mediante una serie absurda de religiones rancias y abusivas. Se trata de uno mismo.
Yo soy una romántica empedernida, pero eso no me ha hecho ser demisexual. Me encantaría ser capaz de coger a un desconocido que me ponga a mil y vivir una noche de sexo desenfrenado mancillando hasta las escaleras del portal... Pero no puedo. Me gustan los orgasmos, me gusta disfrutar de mi cuerpo y me ponen cachonda según qué personas. Algunas incluso inesperadas. Pero llegada la hora de la verdad, no puedo.
Que nadie se eche las manos a la cabeza y se esconda y escude en el "cada uno es como es" o me tache de termostato de ningún tipo. Detrás de la demisexualidad (y no quiero decir detrás de todo tipo de demisexualidad o asexualidad), no se esconden valores de respeto personal, o de no sentir absolutamente nada (nadie es de piedra), ni las creencias de cada cuál, ni ganas de provocar a otro y dejarle a medias. Detrás de la mayoría, me atrevo a decir como es mi caso, se encierran en realidad los complejos. Hacia uno mismo, hacia nuestro propio cuerpo, hacia el ridículo y la mofa. Al no saber qué hacer y al miedo que nos da experimentar, tirarnos a la piscina. En mi caso, porque la primera vez que lo hice me dejó destrozada física y psicológicamente. Y duele dejar entrar en esa parte tan dura de ti mismo, que has ocultado con tanto mimo debido a su fragilidad, al torbellino de emociones que causa depender del ejército de Atila. El miedo a no ser entendida, a ser tachada de rarita. Lamentablemente también el miedo al odiado "calientabraguetas" o a que un "no" se tome como un "insiste un poco más". A la crítica del otro cuando, a pesar de amarte y amar tu cuerpo, te sientes estúpida en sus brazos. El miedo al rechazo y al abandono tras una primera vez, porque tu cuerpo igual necesita un segundo intento para relajarse y ser espontáneo (ocurre, doy fe). Porque si de aquella primera vez tardé siete años y un erasmus en levantarme, ¿qué clase de hombre querría a una mujer herida de este modo? ¿Qué pasará si no me apetece con un extraño cuando aquel de la primera vez decía ser mi mejor amigo y se llevó tanto de mí? ¿Para qué volver a ponerme en una situación de peligro y arriesgarme a que la palabra "no" vuelva a atascarse en mi garganta?
Pues por una sencilla razón: porque vivo en una sociedad que inculca a la víctima que debe protegerse, pero no a un agresor que eso es un delito grave. Y si la víctima no se protege, su argumento sería que yo misma me metí en eso porque quise. Que yo provoqué esa situación. Y volvemos a la pescadilla que se muerde la cola.
Porque según lo investigado, se necesita un fuerte vínculo emocional para que una persona demisexual mantenga relaciones sexuales. Pero yo creo en el amor a primera vista, y un vínculo se puede formar de una mirada, pero no siempre con la misma intensidad por ambas partes, lo cuál niega la premisa de que tenga que existir un fuerte vínculo con esa persona, o que deba ser tu pareja, puesto que no tengo pareja desde los dieciséis y mi primera y traumática primera vez fue a los dieciocho, a cinco días de cumplir diecinueve.
Así que duele el doble cuando te sientes capaz de volver a intentarlo. Cuando te vuelves pícara, provocadora... Cuando vuelves a ser tú con alguien ajeno, y te dan una soberana patada en el culo, acompañada o no de explicación.
Presupongo entonces, que la demisexualidad va asociada al vaginismo, ya que, sin excitación sexual, los músculos de la vagina se mantienen en tensión, no permitiendo la penetración, de ahí que duela... Pero, cómo dijo Alejandro Jodorowsky: "Cuando llegue el amado hombre de tu vida, tus cuatro labios se abrirán como si su falo fuera el Mesías. Él no empujará, será absorvido". (Y también doy fe de que esto es verdad.)
No me educaron para acostarme con todo perro pichichi, pero siempre fui una transgresora. Y de hecho nadie piensa, cuando me conoce por primera vez, que ese oscuro pasado pueda ser el mío. Pero es que no me gusta ir dando pena, aunque ahora sepa tratarlo con la convicción de que soy una superviviente. Que no fue culpa mía. Porque mi caso no es único, por desgracia.
Entonces, ¿qué queda? ¿Soy demisexual porque quiero o porque no he tenido más opciones dadas mis circunstancias?
Pensé que el ponerle nombre a mi orientación tendría sus ventajas... Aunque no estoy totalmente convencida de querer ser encasillada.