Me siento gruñona. Como una abuela. Como si las cosas hubiesen dejado de ser para mí simplies niñerías y empezase a llamarlas por su nombre, a tomármelas por lo que valen.
De repente tengo conciencia del tiempo. Del que dispongo, del que pierdo y del que ha pasado.
Me pregunto si la vejez llega de repente. Me siento menos niña, menos segura y capaz de conquistar el mundo con el dedo meñique.
Tiendo a alejar a la gente de mí. Últimamente estoy huraña...
No es mi autoestima. Me miro al espejo y soy consciente de lo que veo. Veo a una mujer hermosa, a una niña sonriente... pero no me creo que alguien más pueda desear eso.
Estoy atrapada en una edad. Yo que decía que el amor no entendía de eso.
Estoy atrapada en el patriarcado. Creo que sólo puedo gustar a alguien de mi misma edad o mayor... Porque no es natural que una mujer ande con un joven, pero sí que un hombre, ande con una.
En el ambiente universitario en el que me muevo, lo más normal es encontrarme con chicos menores que yo... Y cada vez que uno se me acerca, lo aparto. "Yogurines", les llamo... Como si quisiera dejar claro que son demasiado pequeños... aunque no tengan por qué. Creo sinceramente que no es su edad lo que me asusta, si no la mía. Temo que salgan corriendo al saber cuántos años tengo en realidad y que piensen que no entienden qué hago en un ambiente de este tipo...
Y ante el miedo a ser rechazada, me adelanto sin preguntar y les rechazo yo. Pongo una barrera. Y la pongo yo. No sea que alguno la ponga antes y raje este delicado corazón de cristal que últimamente parece romperse casi hasta con moverme.
Siento como si ya nada fuese a ser lo que era... Como si el irremediable paso del tiempo me estuviera arrastrando, despojándome de mi trono.
Por primera vez echo en falta lo que no hice: por qué no estudié más, por qué no abracé más a mis padres y hermana, por qué no intenté ser mejor hija, menos rebelde. Por qué no pasé más tiempo de calidad con aquellos a los que, a pesar de estar a sólo 200km, echo tanto de menos...
Me pregunto si son ellos los únicos que me entienden. Me pregunto si al pasar tanto tiempo con la gente de aquí y no sentirme realmente valorada o entendida, discuto tanto o me afectan tanto las cosas con ellos... ¿es posible que mis verdaderos y mejores amigos, con los que no puedo pasar tanto tiempo porque no están cerca, son sólo un espejismo que la distancia hace posible? Y me vienen las tristezas... Y me cuesta cada vez más llorar. Les pongo diques a mis ojos para no sentirme más débil de lo que ya me siento.
Se me ha olvidado flirtear con la vida. Guiñarle un ojo de vez en cuando y tirar para adelante.
Yo sé quién soy, aunque me sorprenda a mí misma a veces. Pero empiezo a dudar de si los otros me conocen.
No entiendo porqué aquí, en varias ocasiones, no encajo. Y cuando creo que podría hacerlo, me doy cuenta de que en realidad no quiero hacerlo.
Muchas risas, muchas palabras, muchos "qué tal"... me parecen falsos e irreales. Nada creíbles. Con doble sentido.
No hay marcha atrás. No puedo acabar aquí y volver a casa con el rabo entre las piernas y seguir viviendo de papá y mamá. Es hora de empezar a ser yo quién les devuelva todo lo que han hecho por mí. Pero da un miedo de cojones. Y a lo mejor, para no perder todo lo que tengo, prefiero alejar de mí lo que sé que no volverá a ser como era. Aunque me haga sentirme sola. Y sentirme una mierda por haber hecho daño a quienes en realidad quiero tanto. Y porque al alejarlos, el no sentirme valorada por ellos se da por hecho... Porque me reafirmo en mi convicción de que no son reales.
Me pregunto si es cierto que las cosas han cambiado tanto o soy yo la que lo ha hecho. Ahora prefiero tragar saliva para pasar el nudo en la garganta en vez de abrir las compuertas de la presa.
Arrastro los recuerdos como el fantasma de Canterville arrastraba su pesada bola... Sé que soy inteligente. Sé lo que puedo aportar. Pero ya no sé dónde está mi sitio.
Parece que se me haya olvidado cómo se ama a un extraño. Como si me aterrase la idea de dejar entrar a alguien más. Quisiera pensar que es porque en mi corazón ya no cabe nadie... pero en realidad me mata la idea de que quizás soy yo quién ha perdido el toque de ser amada por los demás.
Hoy es 11/12/13, la última fecha secuencial que viviremos jamás...
De repente tengo conciencia del tiempo. Del que dispongo, del que pierdo y del que ha pasado.
Me pregunto si la vejez llega de repente. Me siento menos niña, menos segura y capaz de conquistar el mundo con el dedo meñique.
Tiendo a alejar a la gente de mí. Últimamente estoy huraña...
No es mi autoestima. Me miro al espejo y soy consciente de lo que veo. Veo a una mujer hermosa, a una niña sonriente... pero no me creo que alguien más pueda desear eso.
Estoy atrapada en una edad. Yo que decía que el amor no entendía de eso.
Estoy atrapada en el patriarcado. Creo que sólo puedo gustar a alguien de mi misma edad o mayor... Porque no es natural que una mujer ande con un joven, pero sí que un hombre, ande con una.
En el ambiente universitario en el que me muevo, lo más normal es encontrarme con chicos menores que yo... Y cada vez que uno se me acerca, lo aparto. "Yogurines", les llamo... Como si quisiera dejar claro que son demasiado pequeños... aunque no tengan por qué. Creo sinceramente que no es su edad lo que me asusta, si no la mía. Temo que salgan corriendo al saber cuántos años tengo en realidad y que piensen que no entienden qué hago en un ambiente de este tipo...
Y ante el miedo a ser rechazada, me adelanto sin preguntar y les rechazo yo. Pongo una barrera. Y la pongo yo. No sea que alguno la ponga antes y raje este delicado corazón de cristal que últimamente parece romperse casi hasta con moverme.
Siento como si ya nada fuese a ser lo que era... Como si el irremediable paso del tiempo me estuviera arrastrando, despojándome de mi trono.
Por primera vez echo en falta lo que no hice: por qué no estudié más, por qué no abracé más a mis padres y hermana, por qué no intenté ser mejor hija, menos rebelde. Por qué no pasé más tiempo de calidad con aquellos a los que, a pesar de estar a sólo 200km, echo tanto de menos...
Me pregunto si son ellos los únicos que me entienden. Me pregunto si al pasar tanto tiempo con la gente de aquí y no sentirme realmente valorada o entendida, discuto tanto o me afectan tanto las cosas con ellos... ¿es posible que mis verdaderos y mejores amigos, con los que no puedo pasar tanto tiempo porque no están cerca, son sólo un espejismo que la distancia hace posible? Y me vienen las tristezas... Y me cuesta cada vez más llorar. Les pongo diques a mis ojos para no sentirme más débil de lo que ya me siento.
Se me ha olvidado flirtear con la vida. Guiñarle un ojo de vez en cuando y tirar para adelante.
Yo sé quién soy, aunque me sorprenda a mí misma a veces. Pero empiezo a dudar de si los otros me conocen.
No entiendo porqué aquí, en varias ocasiones, no encajo. Y cuando creo que podría hacerlo, me doy cuenta de que en realidad no quiero hacerlo.
Muchas risas, muchas palabras, muchos "qué tal"... me parecen falsos e irreales. Nada creíbles. Con doble sentido.
No hay marcha atrás. No puedo acabar aquí y volver a casa con el rabo entre las piernas y seguir viviendo de papá y mamá. Es hora de empezar a ser yo quién les devuelva todo lo que han hecho por mí. Pero da un miedo de cojones. Y a lo mejor, para no perder todo lo que tengo, prefiero alejar de mí lo que sé que no volverá a ser como era. Aunque me haga sentirme sola. Y sentirme una mierda por haber hecho daño a quienes en realidad quiero tanto. Y porque al alejarlos, el no sentirme valorada por ellos se da por hecho... Porque me reafirmo en mi convicción de que no son reales.
Me pregunto si es cierto que las cosas han cambiado tanto o soy yo la que lo ha hecho. Ahora prefiero tragar saliva para pasar el nudo en la garganta en vez de abrir las compuertas de la presa.
Arrastro los recuerdos como el fantasma de Canterville arrastraba su pesada bola... Sé que soy inteligente. Sé lo que puedo aportar. Pero ya no sé dónde está mi sitio.
Parece que se me haya olvidado cómo se ama a un extraño. Como si me aterrase la idea de dejar entrar a alguien más. Quisiera pensar que es porque en mi corazón ya no cabe nadie... pero en realidad me mata la idea de que quizás soy yo quién ha perdido el toque de ser amada por los demás.
Hoy es 11/12/13, la última fecha secuencial que viviremos jamás...
No hay comentarios:
Publicar un comentario