Star memories

domingo, 30 de junio de 2013

Qué esperar

Hoy el blog va dedicado a tí. Sí, a tí: Luca Manzotti. Aunque no te gusten las palabras en público de esta manera. Pero me da igual. Mi misión en esta vida siempre ha sido tocarte las narices y sacarte de tu testarudez y tu organización cuadriculada.
Quién me iba a decir a mí que ese pelo pincho de ojos verdes (sí, verdes, no marrones) que conocí en casa de Alice... ¡ah no! En "La Chistera" (la primera y única vez para los dos), se iba a convertir en ese algo que es amigo y algo más o no, o no se sabe, pero que es tan importante en vida y a la vez tan "rompe coglione".
Siempre has sido un pequeño misterio sin resolver para mí. No sé si nos ha unido la soledad de ver marchar a todos nuestros amigos (Ross y Fabri, Xavi, Elvi y Ali, Ali y Alessio, Gabri, Sergio...) o si realmente estaba predestinado que me acabases cayendo bien.
El caso es que ha sido una verdadera putada (ahí sí está bien dicho) verte marchar... Y ya se nota que no estás. Marcelo, Gianlu, Dani y yo, estamos como almas en pena, y sé que no es sólo el cansancio acumulado de esta semana.
Va a ser duro amor. Que te vayas a Grecia puede suponer dos cosas ahora mismo: que te ayude a estar mejor o que lo cojas manía porque eches esto de menos y no puedas contactarnos fácilmente. Ante eso sólo puedo decirte que estaremos aquí. Que no te agobies porque no vas a perdernos. Grecia es un lugar precioso lleno de gente peculiar pero muy parecidos a los españoles. Disfrútalo porque ese país, si le dejas, te acaba ganando el corazón.
Sé que es desgarrador. La vuelta a casa siempre es solitaria. Nadie entiende qué se siente si no lo han vivido y vas a echar de menos muchas cosas. Pero pasará. No lo vas a olvidar nunca, pero el sentimiento de abandono se suaviza con el tiempo, incluso aunque no quieras, porque es un dolor en el que vas a querer regocijarte, un dolor placentero. Los post-erasmus tendemos al masoquismo. Así de claro. Un año después del mío, soy consciente de ello.
Si tienes ganas de llorar, llora. No hay nada de malo en ello. Ya te he dicho que las lágrimas curan las heridas del alma. Y no te asustes si ocurre a menudo. También ese depósito de agua salada se acabará cerrando, o al menos se abrirá con menos frecuencia.
Piensa que si no hubiese sido auténtico y maravilloso, esos sentimientos, aunque sean de tristeza, no estarian. Y eso solo significaría que no viviste la experiencia hasta el límite.
 Nos dejas aquí, esperando tu vuelta, pero las distancias no se miden en kilómetros si no en las horas de avión que nos separan. Y esas son unas dos horas. Máximo tres. Como las que hay entre Valladolid y Soria.
Te prometo que voy a ir a verte. No será la última vez que nos hayas visto. No te vas a librar tan fácilmente de nosotros. Llámame pesada, pero no te libras de mis abrazos.
Sabes que yo soy más de hacer las cosas a tontas y a locas, pero eso no significa que no entienda el sentimiento que seguramente tienes ahora mismo de miedo a lo que va a pasar. Tú, tan planificador, no sabes qué puedes esperar de nosotros o de tí mismo de hoy a mañana o unos meses y no tienes manera alguna de escribirte un organigrama con el orden del día... lo bueno es que creo que podría asegurar que has aprendido en cierto modo a arriesgarte un poco más, a tener más manga ancha con las cosas que los demás planean por y para tí y a dejar que las cosas avancen por sí solas.
Echaré de menos a mi Woodstock. Ese chico italiano que me daba un poco de respeto, vamos, que me imponías. Ese terreno desconocido para mí que era tratar contigo sin saber si acabarías odiándome.
Hay una cosa que siempre recuerdo de tí y que me hizo sentir que ya éramos amigos. Fue una llamada tuya al salir del entrenamiento. Estabas esperándome en el Ogham. Querías tomar una caña conmigo y hablar porque necesitabas un amigo... Y contaste conmigo. Y eso significó mucho para mí.
Si tuviera que escoger dos grandes momentos contigo, seguramente serían ese y la noche de la peli "El Orfanato", porque nos quedamos Ross y yo a dormir contigo en el sofá. Al final va a resultar que voy a echar de menos dormir a tu lado y oírte hablar en sueños... Dices que no sabes sonreír, pero yo te he visto hacerlo. Mientras dormías incluso. Sólo te hace falta un empujón para seguir practicando y entrenar esos músculos que dices que no tienes.
Eres una persona muy especial, aunque a veces me parece que no te des cuenta de ello. Eres una mente de adulto en un cuerpo de niño y a veces eso te lleva a actuar de dos formas muy opuestas que algún día sabrás combinar.
Te mando un beso wireless y uno que no lo es. Seguramente ese beso que debería haberte plantado en la estación. No creas que no te lo voy a dar. Como amigos o como algo más un tanto extraño pero cuki.
Te quiero mucho. Te lo he dicho todo lo que he podido, aunque seguramente debiera haber sido más.
Eso no va a cambiar. Estés donde estés. Así que confía más en tí y en aquello que nos has hecho sentir a todos, robándonos un trocito de corazón.
Poteva essere una strage, pero no lo ha sido. Ha sido una bakanal de felicidad.
¡Te como!

sábado, 15 de junio de 2013

¿Es?

¿Qué es? ¿Qué no es? ¿Existe un motivo para ser? ¿Sucede de verdad? ¿Qué es la verdad? ¿Qué es en realidad lo que sucede? ¿Sucede siquiera? ¿Qué se escapa? ¿Qué se me escapa? ¿Cuál es lo auténtico de lo que necesito? ¿Lo necesito? ¿Qué cambia?
¿Qué es?

lunes, 10 de junio de 2013

Corazón dividido


A veces, y sólo a veces, aunque sea una sola vez al año, me suceden estas cosas.
Un desequilibrio anímico, un pensamiento profundo, una sensación de vacío.
La visión del alma partida, el corazón dividido.

Ese momento en el que sabes que quieres amar algo, o a alguien, y no se puede o no sabes y se te viene todo encima.
O querer buscar el amor en los lugares equivocados, dónde la gente esconde lo que realmente siente y dónde yo no entiendo si es que se espera algo de mí.
Una tensión dentro, en el estómago, que es donde todo cobra vida. Donde sientes mariposas, nervios y tensión. Y más abajo.

Cuando tienes la impresión de que las cosas se te quedan pequeñas o todo te viene demasiado grande.
Los recuerdos del pasado que te atormentan. Creer que las cosas ocurren especialmente (y especiales) cada nueve años. Perder la esperanza de que fue especial. Hacer y decir tonterías que no obtienen respuesta.
Seguramente dirigir gestos únicos para las personas equivocadas. Y ser consciente de ello pero perdonarme a mí misma porque no sé hacerlo de un modo diferente.
Hacerte más vieja, pero no confiar en ser más sabia.
Seguir siendo de buena tonta, pero ya no tanto.
Y pensar que algo se acaba. Que no queda tiempo para nada.
Que duele, que estoy inquieta, que algo cambia... Y necesitar una energía que he consumido, que quiero recuperar.

Y que a lo mejor sean imaginaciones mías. Que sea la época de exámenes y eso me trastoque.

Y que sea de esas pocas veces en las que escribir, no hace que me sienta más tranquila.