Y hoy lunes le pongo punto y final a un fin de semana cuanto menos... intenso.
Y es que Catapán siempre me crea expectación. Recuerdo cada año.
Recuerdo el del curso 2009/10. Acabé tarde, bastante para ser yo en aquella época. 5 am bailando como loca en el Krass con Silvia, Juanfran, Candy... y nevando en mayo. Ole Soria...
Recuerdo el curso siguiente, rodeada de grandes amigos. De amigos Erasmus y villacukianos ilustres. Recuerdo bañarnos en los chorros del Rincón de Bécquer, corretear con Ana, caerme a la salida de la Dehesa en brazos de Alvarito y acabar bailando bajo la lluvia con Álex y Tony.
Recuerdo dos años después, el año pasado (ya que en 2011/12 estuve de Erasmus). Gianluca, Luca, Alice. Nuestra comida en casa de Luca y salir a fuego como si no hubiera mañana...
Y finalmente este año, con Nik y Ersel que no se separaban de mi vera, con Giorgia animándome y sentándose conmigo en la fila, con Jonathan, que después de un finde intenso se quedó con ganas de más... Y echando de menos a Ambre en todo momento.
Solo por un momento, durante este año, he recordado que será el último Catapán que viviré como universitaria. Casi no soy consciente de la velocidad con la que pasa el tiempo y, cuando lo soy, un muro puesto en julio en mi cabeza, me impide pensar qué va a pasar entonces. Me impide pararme a pensar que son los últimos momentos aquí.
En vez de eso, sólo deseo con ansia vivirlos. Los de ahora y los que vendrán.
Catapán es mi día favorito del año en Soria. Siempre recuerdo ese día como un momento lleno de felicidad en mi vida.
No es el vino lo que nubla mis recuerdos. Es simplemente el amor de quienes siempre están a mi lado.
Puede que haya sido mi último Catapán... Pero me llevo todos y cada uno de ellos en el corazón para siempre.
Soria, ¡qué linda eres! Lloraré mucho más al irme de lo que lloré al pisar esta tierra.
