Star memories
-
Hola Puchi. Te prometí que te seguiría escribiendo y aquí estoy. Estoy teniendo una semana extraña. Te me vienes a la mente muy a menudo...
-
La ronda pasa y no pasa. La ronda viene y no viene. Es cómo tu corazón, no sabe a quién entretiene. Levántate. Levántate morenita, lev...
-
Hace poco me he enterado de que existen varias calificaciones (además de las ya conocidas) para definir la sexualidad de una persona. Una d...
lunes, 25 de noviembre de 2019
"Fina filipina"
martes, 23 de julio de 2019
The German adventure
//Spanish below//
//Versión en castellano más abajo//
Little I knew, a year ago, that I would make such great friend across the Atlantic.
A ten months adventure full of tears, laughs, arguments and love.
Little I knew too that coming back to Spain would give me a year of loses.
I lost my bunny, who walked with me through all my college and master's career and I lost my grandma less than a year after that.
I also lost in love since I wasn't able to overcome a heartbreak that I carried with me for more than two years and still leaving me breathless, hopeless and doubtful about the feelings we hold on each other.
Last year Lisa got engaged with Daniel and thought I'm not a big fan of people getting married and/ or having kids, four of the five European and Mexico house are coming to her this weekend to celebrate life and the love and respect we profess to one and other.
These past weeks I've been sad, cranky and on the edge of bursting into tears every five minutes because, let's be honest, grief is fucking hard to deal with.
On Friday I'll be traveling to Frankfurt and Würzburg and I suddenly realized how fuckingly in need I am to be far away from Soria and how much I need to hug and cry these beautiful lights that were my clouds and sunshine during nine long months.
So hold on tight, darlings: the European Mexico crew is back.
•••
Quién me iba a decir, hace un año, que haría tan buenas amigas y amigos al otro lado del Atlántico.
Una aventura de diez meses llena de lágrimas, risas, discusiones y amor.
Quién me iba a decir que, volver a España, me daría un año de pérdidas: perdí a mi conejito, que caminó conmigo durante mis años universitarios y de Máster y perdí a mi abuela menos de un año después.
También perdí el amor, ya que no fui capaz de superar una ruptura que llevé conmigo durante más de dos años; que me sigue dejando sin respiración, sin esperanza y en un mar de dudas en cuanto a lo que sentimos el uno por el otro.
El año pasado Lisa se prometió con Daniel y, aunque no soy fan de casarse y/o tener hijxs, cuatro de los cinco representantes de la casa Europeomexicana iremos a ella este fin de semana para celebrar la vida y el amor y el respeto que nos profesamos las unas a las otras.
Estas últimas semanas he estado triste, enfadada y a punto de romper a llorar cada cinco minutos porque, admitámoslo, el duelo es jodidamente difícil de gestionar.
El viernes viajaré camino a Frankfurt y Würzburg y, de repente, me he dado cuenta de la puta necesidad que tengo de alejarme de Soria y de lo mucho que necesito abrazar a estas preciosas luces que han sido mi claros y mis oscuros durante nueve largos meses.
Así que, agarráos, queridas, que el equipo Europa- México vuelve a la carga.
viernes, 12 de julio de 2019
Abuela II
Te prometí que te seguiría escribiendo y aquí estoy.
Estoy teniendo una semana extraña.
Te me vienes a la mente muy a menudo.
Te veo en cada abuelita que pasea por la calle, que lleva la compra a casa, que lleva de la mano a su nieta.
Te oigo en sus voces y en sus risas.
Te escucho cuando cuentan sus historias de la vida de antes, de cuándo tú eras pequeña.
Y entonces me asalta el saber que no puedo escucharte a ti contarme historias, ni darte de la mano, ni pasear contigo.
Se me vienen a la mente las imágenes con las que no querrías que te recordase y entonces se me inundan los ojos.
Es esa parte del duelo de la que me habló Criss y que comenté en mi anterior carta.
Ha habido semanas de no pensar, de reír a carcajadas... Y ahora viene otro poco de duelo, de volver al borratajo de pena y melancolía, de lágrimas contenidas.
Es un contraste de dimensiones abismales: sé que no piensas que no te recuerdo cuando mi mente omite que no estás y a la vez sé que lo último que querrías es que te viese siempre dentro de mí en tus últimos momentos.
Luego, veo nuestras fotos.
Me fijo mucho en cómo te miro, en cómo te agarro siempre: la cara, las manos... En cómo te beso o busco siempre el contacto contigo. El sentirte.
Porque siempre supe, aunque no quisiera reconocerlo, que algún día sería eso lo único que tendría.
En esas fotos veo algo más que amor. Veo pasión. Pasión por ti, que es lo que recuerdo siempre que me evocase tu presencia. Y espero que, al menos, consiguiese transmitirte una pequeña de parte de lo que yo siento por ti.
Quiero que sepas que todo va bien. Que tu legado sigue brillando.
El amor que diste a tu prole ha dado sus frutos.
Me has enseñado mucho y bien, abuela, pero siempre soñaré que ojalá más. Porque para mí nunca habrá sido suficiente el tiempo que me has regalado.
Te quiero hasta en las palabras que nunca se dijeron.
lunes, 3 de junio de 2019
Abuela
Siempre supe que sería catastrófico perderte pero contener la pena esos últimos diez días ha convertido el dolor en un torrente de agua salada contra el que peleo cada día y con el que pierdo por momentos la batalla.
Se trata de un abismo insondable, profundo y oscuro, de esa parte de mí que se ha ido contigo, de esa sonrisa que quiero tener permanente para honrar el regalo de haberte tenido... Pero el vacío es una sombra alargada y espesa que me sigue donde quiera que voy.
Es el "ser o no ser" de Shakespeare mimetizándose con un "estoy, pero no estoy".
La psiquiatra suizo-estadounidense Elisabeth Kübler-Ross definió cinco etapas del duelo en 1969: negación, ira, negociación, depresión y aceptación.
En 2018, la psicoterapeuta Cate Masheder redefinió para la BBC estas etapas, explicando que ni es necesario pasar por todas ni es necesario superarlo. Presentó la vida como un círculo, dentro del cual, enmarañado, se encuentra ese dolor por la pérdida. Con ello quería que se entendiera que el duelo siempre se queda ahí y que el resto de las experiencias vividas comienzan a desarrollarse dentro y alrededor de ese círculo, en la periferia del dolor. Esto indicaría que no hay un momento para superar o aceptar una pérdida pero sí para seguir creando y vivir con ella, aun habiendo fechas o momentos clave en los que el dolor te hace sumergirte en ese enmarañado duelo.
No es ira, porque no busco culpables.
No es negociación, porque no fantaseo con que sea reversible...
No puede ser depresión. Tengo incentivos para seguir viviendo. Prometí que vivirías a través de mí. Quiero que vivas a través de mí, que sonrías a través de mí...
Y, desde luego, no es aceptación porque, sino, no me sentiría así.
Creo que hablar contigo a través de un teclado ayuda.
Estoy segura de que hablar con mi hermana ayuda.
El otro día en el coche le confesé que cualquier cosa hace que se me salten las lágrimas. Que intento socializar y ser fuerte pero que se me inundan los ojos sin previo aviso... Me respondió que no puedo sentirme culpable por ser feliz, por sonreír, por bailar o por cantar. Que tú no querrías eso... Y las lágrimas volvieron a brotar igual que brotan mientras lo escribo... ¿Y si es eso, la culpa, lo que me hace llorar? Culpa, ¿de qué o por qué? Aún no lo sé.
Es ese bloqueo, ese shock primerizo de la pérdida, hasta el momento, más importante de un ser querido.
Cuando estuve en EEUU me molestaba que un 90% de los jóvenes achacasen "ansiedad y depresión" a cualquier tipo de dolencia irrisoria porque concibo esa edad como momento de júbilo y experimentación. Romper, por causas no violentas, con tu amor adolescente de los 16 con el que tenías pensado casarte no me parecía, ni me parece, motivo suficiente como para deprimirte y reencontrar a dios. En el fondo, tanto diagnóstico a discreción me resultaba, en el fondo y en la forma, una manera muy grave para definir una simple falta de conocimiento y valor para procesar y exteriorizar los sentimientos más banales, pero dramáticos, del ser humano como el amor, la ruptura, el fracaso, la decepción, el engaño...