Star memories

martes, 29 de noviembre de 2016

Kino Soria y Festival de Cortos

Acaban dos semanas de estrés agotador. Dos semanas en las que apenas he dormido, comido o parado en casa. Dos semanas recorriendo la ciudad de punta a punta siguiendo rodajes de cortometrajes y equipo técnico.
Quiero empezar agradeciendo a Sergio, algo nada nuevo en estos días en los que todxs nosotrxs le hemos mencionado alguna vez, por ofrecerme la oportunidad de formar parte de este proyecto. En ningún momento, cuando le dije que sí que colaboraría, me imaginé que iba a ser una experiencia tan reveladora y constructiva como ha sido.
Me he sentido completa, parte de algo muy grande en donde cada pieza debe encajar a la perfección. He hecho todo lo posible porque así fuera y espero haberlo conseguido.
He sido intérprete, extra, traductora, subtituladora, productora (según Pilar, porque yo aún no tengo claro el concepto), organizadora, voluntaria, compañera y, espero, amiga.
El Kino no ha sido sólo una bonita experiencia cinematográfica, ha sido un modo vida.
Me llevo conmigo las risas y el cariño que me habéis dado.
Cuando entré, de la mano de Sergio, en esa primera reunión Kino, fue una sensación abrumadora. Me senté en un banquito, alejada de «las estrellas»: directorxs, actrices, actores, técnicos, cámaras... Observaba a todxs ellxs y me preguntaba qué podría hacer yo allí entre tanto talento.
A pesar de todo, he llegado a conocer a las personas detrás del trabajo. A quererlo y a sentirme querida. Esto es un homenaje para todxs vosotrxs. Con personas diferentes nada hubiese sido lo mismo.

Sergio: las gracias se quedan pequeñas. Aunque no te guste que esté todo el tiempo pendiente de ti, eres la órbita de estas dos semanas. Sin ti no hubera conocido a nadie. No hace mucho que nos conocemos pero ya te has hecho un huequito en este corazón de VillaCuki. Las discusiones (las que utilizabas para picarme y las que acababan en risa, las bromillas que yo me creía a pies juntillas y las mentirijillas que te pillaba a vista de pájaro) han sido una constante. Te gustase más o menos, hasta que eché a andar por el Kino yo sola, eras la única mano amiga que conocía y a la que intentaba aferrarme. Gracias, gracias y mil gracias por haber confiado en mí.
 
Diego: poco cariñoso también, pero nunca me ha faltaba un abrazo o una palabra amiga si lo he necesitado. Y ahora que casi me he acostumbrado, espero que no vayáis a parar muy lejos de mí a pesar del trabajo y las pocas horas de sueño. Cuando Sergio no estaba, aunque te conocía menos, era un alivio darme la vuelta y encontrarme con tu mirada. Unos ojitos enormes detrás de unas pestañas aún más grandes. Siempre calmado y dispuesto a todo. Como un remanso dónde, por unas horas, olvidarte de toda la tensión.
 
Ángela: cuando me dijiste el otro día que ojalá nos hubiéramos conocido antes tenías toda la razón. Me ha encantado hablar contigo, aunque haya sido poco. Y aunque no sea en el Kino que viene, igual en el de dentro de dos años, o en el cualquier lugar de Europa o del mundo, seguiremos viéndonos y conociéndonos.
 
Elena: ains, ella. Cuando la vi yo entrar por esa puerta del Kino y al final fue a quien veía en todos los sitios. Lo que ha trabajado ella y la ilusión que me hacía verla disfrutar también cuando no tenía que trabajar. Me queda pendiente una visita a Madrid a ver tus líquidos de fotografía. No se me ha olvidado. La reina de la Audiencia no era yo. Eras tú.
 
Alberto: trípode al hombro todo el festival. Correteando de aquí para allá con Elena. Grabando, montando y siempre con una sonrisa. A ti te tenemos más cerquita y tú ya sabes donde tienes una casa.
 
Mª José: con su desparpajo increíble me hizo sentir parte del todo. Esos abrazos enormes me dieron mucha vida y me hicieron sentir como en casa. Ese arte, esa facilidad para hacerse entender. Esa fuerza que lleva dentro. Las ganas de participar, de ser y de colaborar.

Miguel: mi compañero de friquismo, risas y buen humor. Gracias por escucharme, Miguel, por no juzgarme, por ser compañero y por ser alguien tan grande. Por esos análisis, por tener en cuenta mi opinón, por hacerme reír hasta llorar y por cantar conmigo canciones de Pablo Clavel que nadie más se sabía.
 
Leticia: aunque hablásemos más los últimos días, resultó que no éramos tan distintas en la manera de ver determinadas cosas. Nos ha faltado algo más de tiempo pero una vez que nos hemos encontrado, cualquier cosa puede ocurrir.
 
Carlos: me quedo con tus abrazos de oso. Me dabas un poco de respeto al principio. Tan serio y tan apartado. Luego ya vi que eras un cachito de pan. Y era una alegría verte con tus barbitas con aire de despistado pero guardando siempre un as humorístico en la manga.
 
Rubén: he tenido la oportunidad (y seguramente la suerte) de ver algo más que tu mirada fingida de psicópata y tus mil maneras de crear momentos incómodos e inapropiados. Bad-timing seguramente sea tu segundo nombre. A pesar de todo, no hay nada como un abrazo para reconfortar a la otra persona. Seguramente el tener cosas en común con una visión tan diferente de nuestro entorno es lo que nos ha convertido en dos asteroides listos para colisionar, pero no olvides nunca que tras una colisión de gran magnitud existe la teoría de la creación de un planeta.
 
Hugues: Profesional, carismático y un poco loco. Algo tan necesario para la creatividad. Una estrella del rock rebosante de humildad y visión. Una sonrisa mágica que lo decía todo y unos ojos expresivos que no necesitaban palabras.
 
Fred: con quién me resultaba tan fácil comunicarme (aunque fuese en inglés) ha sido otro gran descubrimiento. Un alma libre llena buenas intenciones. Paciente y dinámico. Gracias, gracias y mil gracias por tenerme en cuenta antes, durante y después. Mi particular Yisuscraist. Su firma en el Libro de Visitas de VillaCuki ya forma parte del paseo de las estrellas.
MERCI BEAUCOUP.
 
Pilar: gran persona y mejor amiga. Todas tus vivencias me las guardo. Tus experiencias de vida, tu sencillez y tu manera directa de decir las cosas y lo que piensas. Tu fuerte opinión sobre la mujer y sus desafíos. Tu confianza en mí que se ha convertido en seguridad personal. Mis secretos bien guardados. El poder hablarte de cualquier cosa y sentirme protegida. GRACIAS.
 
Sophie: ahora tú ya convertida en la mami francesa. Y yo en tu primera hija española. Me daba la vida verte cuando llegabas a la Audiencia. Como sentirme en casa. Y verte en el escenario con todo tu desparpajo hablando a esa banda de criminales de 1ºde la ESO (jajaja). Nos volveremos a encontrar.
 
Anthonin: nuestra historia de "amor" se basaba en la confidencia entre cervezas y comida. Con esa sonrisa tuya que iluminaba la estancia. El niño genio tras la cámara y el ordenador.
 
Xavier: a vueltas con su corto y con su vida. La primera vez que hablé contigo cara a cara, de verdad, y vi tus ojos llenos de brillo emocionado por lo que hacías y lo que querías me di cuenta de que eras una persona totalmente distinta a lo que creía. Y agradezco cada sonrisa que me has brindado después de ese momento.
 
Jean-Antoine: al principio el más inaccesible de todos, pero déjale una cámara de fotos y empezarás a ver el mundo de otra manera. Y él, se dejará ver como realmente es: mucho más espontáneo y sonriente de lo que pueda parecer. 
 
Diane: nunca olvidaré tu dedito sobre la carta de la Crepería para indicarme que Diko estaba en posición y yo debía girarme para abrazarle. Con tu sonrisa ese día se me olvidaban los nervios. Y Jorge y tú hacíais buen tándem para que yo pudiese actuar.
 
Kamir: mirada profunda, aires de melancolía y silencio... Hasta que sonreía. Un genio en la sombra. Tímido, según él. Observador, según yo. Conseguía convertir unos audífonos que emiten sonido en un micrófono que lo captaba inviertiendo no sé qué polaridad. McGiver versión Saint-Etienne. Misterios que te da la vida. Puzzles sin resolver y pianos que siguen esperando que alguien componga una historia sobre ellos.
 
Argentinos, estonios, macedonios, daneses, ingleses, australianos, palestinos y de Ámsterdam: fueron menos días, menos horas que con los del Kino, pero sois LA HOSTIA. Me habéis hecho reír, me habéis hecho sentir especial. Habéis contado conmigo, os he servido de ayuda (espero) cuando lo habéis necesitado y ha sido un HONOR trabajar con vosotros. Si volvéis al festival, volved antes. Disfrutad antes... Porque vais a sonreír mucho más.
 
Voluntarios, Iván y Dani, Javi, Inés, Lucas, mis compis Ángela, Pote, Nora, Marcos y demás familia: me lo he pasado como una enana. A algunos no os conocía mucho. A otros no os conocía nada. Pero entre cervezas, confidencias y hacerme sentir una más y darme la responsabilidad tan grande de realizar mi trabajo, para lo que he estudiado, me habéis hecho muy feliz. Cuando me preguntan porqué estudié traducción e interpretación siempre obvio que yo quise estudiar Arte Dramático de pequeña para transmitir al público una historia, pero siempre cuento que me siento realizada sabiendo que, como traductora e intérprete, tengo el poder y la gran responsabilidad de transmitir la cultura entre los pueblos. Entre personas que, de cualquier otro modo, no serían capaces de llegar a entenderse, a respetarse e incluso a llegar a ser grandes amigxs. Y creo que he intentado dejar mi granito de arena durante estas dos semanas.

Mª Ángeles: no me olvido de ti. Eres la última porque siempre me gusta dejar lo mejor para el final. Has sido una hermana. Ya lo dijiste tú y ya lo dijimos casi desde el primer momento. Al principio como coña, ya que éramos familia en la ficción. 
Durante estas dos semanas, las largas conversaciones y paseos, la complicidad, el hacerme sentir tan querida, la seguridad que has puesto en mí, las confidencias y el compartir experiencias han sacado a relucir mi mejor cara... La confianza que me has dado no tiene palabras suficientes para ser explicada en un blog. Te llevo conmigo. Eres familia, mi niña. Y te mereces todo lo mejor. Una profesional y una gran amiga. Me he visto reflejada en ti tantas veces en tan poco tiempo que ya no sé dónde acabas tú y dónde empiezo yo. Me has devuelto algo que creía perdido para siempre y, allá donde nos encontremos, siempre tendrás un hogar. Puede parecer una locura, pero han tenido que pasar los años para que tus palabras, y sólo las tuyas, tuviesen el poder de retumbar en mi cabeza y de moverme el alma. De conseguir que diera ese paso, tan pequeño para el mundo y tan insalvable para mí. Quizás todo lo que ha ocurrido entre nosotras empiece con ese cambio, pero desde luego me has dado mucho más que valor. Me has dado esperanza.
En la estación lo dijimos: llevo un año deseando conseguir la beca a EEUU y, ahora que está aquí, siento que me alejo en el mejor momento para quedarme. Pero aún tenemos mucha vida tú y yo. Así que vamos a vivirla, que aún me queda espacio en la mano y en el corazón para caminar agarrada a ti.
 
Como decía Yolanda:
Viva el cine, viva la cultura y buena proyección.

viernes, 21 de octubre de 2016

Pedro

Este es mi pequeño homenaje a mis primas y a su abuelo Pedro. También a su abuela María y a su madre Cinti, porque forman parte de mi vida y, aunque a veces el amor no puede expresarse con palabras, cuando no se está cerca para demostrarlo con gestos, hay que hacerlo en la distancia.
Ayer no fue un buen día para ellas y seguramente no lo serán tampoco los días venideros.
Nos separan unos 600km pero mi mente está con vosotras. Aún no sé lo que es la pérdida de una persona tan importante en la infancia como son lxs abuelxs, pero puedo aseguraros que su ausencia también se notará en vuestra familia palentina.
Siempre me quedarán en la memoria los veranos en la finca, cuando vuestra mami nos llevaba en coche hasta allí y yo pensaba: «De mayor quiero conducir tan bien como ella», escuchando Ecos Rocieros y ese estribillo que siempre tengo grabado: «Se te nota en la mirada que vives enamorada. Te ha acompañado la suerte. Han debido de quererte tanto, para que me olvidaras...». Con Carmen diciendo que teníamos que «amarrarnos» el cinturón y que el arroz le daba «fatiga».
Pedro y María son unas personas muy especiales. Nunca he sentido con ellos que no estuviese en mi propia casa con mi propia familia. Mi padre, que de primeras suele ser alguien reservado, se convertía completamente en otra persona cuando estaba con vuestro abuelo. Las largas conversaciones y paseos, las barbacoas, el intercambio de conocimientos sobre plantas y recetas. Las interminables horas de piscina con Pedro paseando por el jardín, disimulando que estaba vigilando nuestros juegos.
Nunca he escuchado una sola mala palabra sobre ellos en mi casa.
Paco, Cinti, Mari y el pequeño Juan, Cris y Laura, Carmen e Isa... sois parte de mi infancia y, con vosotrxs, Mari y Pedro.
Recuerdo las noches en el porche de la casa, entrar dentro cuando para vosotrxs, tan del sur, ya hacía frío, y emitían «Celia» por la TV. Vestirme de sevillana con vuestro traje para niñas y, taitantos años después, presentarnos las cuatro en la casa de Sevilla, ya más adultas, para que Pedro y María nos viesen vestidas de traje antes de ir a la feria. Y yo, que soy tan mimosa, cubrirles de besos.
Pedro no se ha ido. Nunca se irá realmente. Siempre estará dentro de cada momento y sonrisa que nos arranque su recuerdo. También dentro de cada lágrima. Las que corren al escribir esto y las que habéis derramado estos días.
Me duele en el alma no haber estado allí, no estar ahora mismo, pero desde el norte espero que os llegue el abrazo que os daría en el sur. Que os llegue la energía que ahora necesitáis. Y que, donde quiera que esté, se marque Pedro una penúltima sevillana arrancándose con palmas.
Os quiero mucho.

viernes, 12 de agosto de 2016

♫ Qué tienen esas manos... ♫

Nunca me ha gustado "El canto del loco", pero el otro día escuché una canción suya de mi adolescencia y me recordó algo. Concretamente a alquien.
Como si esas absurdas letras, casi sin sentido, estuviesen intentando darle un significado a algo que no consigo descifrar.
Ese tipo de cosas que no tienen ningún porqué. Que ocurren sin más, despertando viejas y olvidadas pasiones que dejaste por el camino y de las que casi ni te acordabas.

Siempre me han gustado las manos. Me he fijado en ellas. Quizás porque sabes que, con ellas, tocas. Sientes. La piel de otra persona, principalmente. Las manos tienen el poder de recorrer tu cuerpo y erizarte el vello de la nuca. Casi tanto como los labios de otra persona en un buen beso. Lento, despacio, con la lengua en su justa medida. Jugueteando.
Muchas veces se trata más de lo que nos imaginamos que podemos hacer, o lo que nos pueden hacer, que de lo que realmente suceda o pueda suceder.

He visto tus manos. Y me gustan. Más de lo que quiero admitir. Y no puedo evitar que se me venga esa estrofa a la cabeza si las imagino.
"Qué tienen esas manos"
Es un problema. Mío únicamente. Lo tengo claro. Pasará, como todo en esta vida. Es absurdo. Bien lo sé. No hay motivos, ni razones, ni se ha dado lugar a equivocaciones.
A lo mejor todo viene del aburrimiento, del óxido de aquellas enfermedades de marzo; del dormir solo.

La vida es un tren. Ya lo sabe bien mi amigo Xavi. La vida es un tren que para brevemente en estaciones. Esta es una de ellas. He visto gente perder un tren delante de sus narices. He visto gente coger otro sin saber siquiera hacia dónde les llevaba. Les hay que cogen el primero que pasa aún viendo que está destrozado por dentro (incluso por fuera), dejándose la piel en el intento y acabando en peores condiciones que el vagón más viejo.
Yo no cojo trenes. Hace mucho que dejé de hacerlo. Los veo pasar por delante, como los abuelos que están siempre en los bancos de la estación. Los veo y pienso que estaría bien montarse en uno. A veces, con un pie en el andén y otro en el vagón, me entra miedo al pensar que no sé dónde va a parar y vuelvo caminando al banco.

Luego está el ser uno mismo. Hay gente que te anula y gente que no.
A mí me gusta hablar. A veces se me da mejor escribir. Como en este caso.
El problema viene cuando me quedo callada. No es que sea un problema. Es que tengo dos tipos de silencio:

Uno, cuando me gusta escuchar lo que otros tienen que decir y observo para crear un juicio propio.

El otro, cuando me siento completamente anulada. Anulada hasta el punto de no ser capaz de ser yo misma: relajada, sonriente y con desparpajo. "Una chica de carreta y bombardeo", como me dice mi tío abuelo. Me vuelvo disléxica, "discuérpica" y disonante.

Y es una mierda. Sentir que quieres pasar tiempo con alguien y que no puedes porque tienes un miedo al ridículo constante. Me "consuela" (hasta cierto punto) el saber que muchas veces ese segundo silencio no depende tanto de mi comodidad, sino de lo cómoda que me haga sentir la otra persona. Es en ese preciso instante, cuando soy consciente de que no depende de mí sino del otro, en el que mi mecanismo de defensa tendría otras dos opciones:

- Sacar lo mejor de mí, todo para afuera. Apabullante Bea. Como un pavo real que extiende su cola.

- Salir corriendo porque esa situación no se merece mis esfuerzos.

Lamentablemente, el pavo real ha perdido muchas plumas desde que abandoné la isla en la que mostré todos los colores posibles (y alguno inventado) y no se han regenerado.
Lamentablemente, se me da muy mal correr. Patético, ¿verdad?

Y ahí me quedo. Mirando tus manos. Y miro tus manos porque no me atrevo a mirarte a los ojos, no sea que me vayas a ver tú también a mí. O quizás vayas a descubrir mis anhelos. Ese oscuro secreto a voces. Gris oscuro.
Porque has levantado todas las banderas rojas de mis instintos de supervivencia. Todas y cada una de las señales que tengo marcadas para saber cuándo echar a correr en la dirección opuesta a la gente como tú. Pero, de nuevo, se me da mal, muy mal, FATAL, correr.

Así que me paro, me siento y observo. Como los animales en las Nacionales conduciendo de noche. Los hay que cruzan la carretera. Con buena suerte llegan al otro lado. Con mala suerte, acaban bajo las ruedas.
Y los hay que, como si fueran dos bombillas iluminadas, te miran desde el quitamiedos.

Al fin y al cabo ya sabemos, ellos y yo, que el que va a salir corriendo vas a ser tú.

 

jueves, 17 de marzo de 2016

...sino como acaban

Pueden pasar muchas cosas en 30 días... Entre ellas que VillaCuki haya vivido uno de sus mejores y más plenos estados de ánimo de la historia...
Porque las cosas nunca son como empiezan...
Y es que vosotras dos llegásteis cuándo teníais que llegar. Para ser faro, luz y música. Y para devolverle la alegría a esta casa que estaba volviéndose lúgubre y sombría.
Siempre he dicho que no hay nada como volver a casa. Y no hay nada mejor que esbozar una sonrisa, después de un largo día de trabajo, porque sabes dónde está tu hogar y quienes te hacen feliz en él.
Esta alegre historia tiene varios culpables además de vosotras dos: no necesito nombraros. Sabéis quiénes sois.
En esta historia se dejan atrás el rencor y el resentimiento porque no vale el esfuerzo de arrastrar ninguno de esos sentimientos. Son nocivos, perturban la paz y silencian las carcajadas. 

Hace algo más 30 días el mundo parecía venirse encima... Y no fue así. Aparecieron rápidamente los muros de contención y de liberación... Porque hay muros que son pilares. Que no sólo sujetan, sino que permiten el paso del aire. 
En algo menos de 30 días he aprendido a reconocerme en el espejo, a recordar quién soy y a volver a amar lo que he construido aquí. He caído, puesto a prueba mis debilidades y me he levantado fortalecida. Y no lo he hecho sola. Os he tenido a vosotros para no perder de vista el objetivo: vivir. 

He vuelto a ser una niña: que pinta, que ríe, que juega, que canta, que patina, que disfruta, que explora montañas, que corre, que sueña y que ama. He abierto mi espíritu de nuevo a las emociones: a llorar de rabia sin miedo, a llorar de alegría sin vergüenza. Y siempre haciéndolo en la seguridad de lo que puedo llamar hogar pero también a cielo abierto sin miedo a ser juzgada. 
He hablado sin tapujos y he llegado a la conclusión de que no necesitaba llorar al traspasar la puerta porque con vosotras, Laura y Martina, llorar sólo significaba perder el valioso tiempo que teníamos para reír juntas. 

Hemos brindado, hemos cantado "soy un disfraz de tigre", hemos cenado con la complicidad que ofrecen los grandes amigos, hemos tenido nuestros momentos de brujas alrededor de una Raclette o debajo de las mantas viendo HTGAWM. 

No se puede volar con un ala rota. 
Todos pusísteis una pluma de vuestras propias alas para reparar lo que faltaba de la mía. 
Consciente o inconscientemente lo hicísteis. Eso no lo olvidaré nunca. 

Cada segundo de cada día lo vivo como no recordaba que podía vivirlo. Cada mañana nueva es una aventura. Cada noche que nos despedimos es un nuevo plan para seguir juntos al día siguiente. 

No me canso de dároslo todo, de teneros. No importan las distancias. Las aventuras seguirán con nosotros porque esta es la que hemos creado juntos. 

La felicidad empieza por uno mismo. Donde caben dos, caben tres. Y fuimos la combinación perfecta. Y cuando VillaCuki funciona, la máquina se pone en movimiento.

Y es entonces cuando aparece la magia. 

Yo tenía un sueño y vosotros fuísteis mi polvo de hadas. 

GRACIAS

miércoles, 16 de marzo de 2016

Libélula

Igual te empecé a escribir demasiado pronto. A ti y a tantos.
La culpa es sólo mía por querer siempre las cosas al momento. No tengo paciencia.
Me gusta dejar fluir las situaciones. Muchas. Pero no estas.
Tengo un reloj dentro de mí que no deja de silvarme su tic tac cada vez que te veo. Cada momento que «pierdo», que siento que no aprovechas, es un paso más lejos de ti y más cerca de la incertidumbre. De ese futuro no escrito y de esa trampa en la que se ha convertido este lugar.
No puedo esforzarme más. No debo. Simplemente porque tengo miedo al ridículo, aunque el no ya lo tenga. Y porque sería incómodo y porque es complicado y por mil motivos más.
Uno de los mil podría ser precisamente la ausencia de una respuesta a un estímulo involuntario, como rozarte la mano sin querer y no sentir nada. O buscar por si me buscas y en cambio verte guardando las distancias.

«El problema es que corres siempre detrás del chico equivocado».

Quizás es cierto. Pero quién es el adecuado. Qué tiene de malo ser quien conquista, a parte del hecho de caer derrotada y exhausta cada vez que sale mal (que es con hastía frecuencia).

Veo unos profundos ojos negros, a veces marrones, que me devuelven la mirada y la sonrisa... Y a veces juegan y a veces no... Y cuando me rindo, me retan. Y cuando les reto, parece como si se rindieran incluso antes de llegar a tablas. ¿Eres tú quien no sabe lo que quiere o puede o soy yo quien sigue viendo fantasmas?

Me siento como un pájaro que se ha encerrado a sí mismo en una jaula.
Busco miradas en las que verme reflejada con demasiado empeño.
Hay quien dice que las encuentras si dejas de buscarlas, pero he estado en ambos lados de esa mecánica.

Quizás eres tú, o tú, o tú... Probablemente no debiera ser ninguno. Debiera ser yo. Salir al mundo, hacer algo más por mí y por otros. Dar pasos hacia lo que realmente quiero o debiera querer...

Pero da tanto miedo volar...
Una pena teniendo un par de alas.

jueves, 3 de marzo de 2016

En línea

Las manos congeladas... La circulación lenta y pesada... Los altibajos. Esa enorme sonrisa en los labios... Grande. Amplia. Tan bonita y tan sincera. Entras... Se ilumina mi estancia. Porque es la mía la que brilla. No la del resto. Te vas y me quedo estancada.

Después de estos días tan vertiginosos, en el fondo tan alegres, con tanta vida nueva... Necesito escribir. No puede ser directamente a ti. Como tantas otras veces. Me siento cansada de que tenga que ser así. Vuelven las incongruencias. El sentirme idiota. Las pocas horas de sueño. Interrumpidas. Despertar ansiosa casi cada hora. Estos sentimientos venidos de no sé dónde que van a ningún lugar.

Si pudiera (lo tengo planeado desde hace tiempo), si fuese capaz, si estuviese segura te cogería dulcemente la cara. Recorrería con mis dedos la línea de tu rostro y te preguntaría todo lo que quiero saber. Lo que necesito saber. Te miraría directa a los ojos... Porque tengo la odiosa necesidad de mirarte a los ojos y no apartar la mirada para saber qué encuentro. Para que la extensión de un plástico fuese la punta de mis dedos con las yemas de los tuyos.

Lo absurdo de la mente, de lo que crea: pone en funcionamiento el riego sanguíneo y lo detiene; inhala y exhala profundamente, como si fuese la última vez, para llenar esos pulmones que parecen tener dificultades para respirar; eleva las comisuras de los labios; te hace mirar con patética anodía una pantalla telefónica, como si tuviese que ocurrir algo extraordinario, evitando que se apague...
Y lo peor: echa a volar la imaginación. Perversa e hiriente. Porque lo que desconoces se lo inventa, lo maquilla y te lo vende como real a un precio muy caro: la ilusión.

Escribir, borrar, escribir, borrar... Escribiendo... Ojalá.

Me siento idiota. Absurda. Perdida. No quiero pensar que ninguna de las variantes más factibles pueda ser la cierta. Ahí entra la jodida ilusión. Lo que construyo de ti sin ti. Lo que no me vale para mucho.

El corazón que sigue a su ritmo. Se acelera. En línea... Escribir, borrar... ¿Escribiendo? Ojalá...

El frío por la espalda. Una foto que me devuelve la mirada. Te caes, te levantas... Y yo admiro cómo sigues intentando superarte, aunque te cansas. Lo siento y lo considero parte de tu fortaleza. De eso que me imanta. Intento no sentirme así. Acosando tu imagen en mi recuerdo. Sin sentido. Sin verdadera razón. Sólo por una sonrisa. Una sonrisa que empatiza con la mía. Que imito. Aunque sea el peor de los días. ¿Me vigilas? Y yo a ti. Te busco con precavida mirada.

¿En línea...? Ya no.

Pero por si acaso y aunque no sirva de nada me doy cuenta de que sigo mirando, como una idiota, dos pantallas.



viernes, 12 de febrero de 2016

El poder de las palabras

Como parece que de publicaciones misteriosas e intentos de directas indirectas anda el juego, hablemos todos así.
La madurez brilla por su ausencia en los tiempos modernos. Empezando por los mensajes en los muros de Facebook dirigidos a grandes amigos y amigas.

La gente habla de monstruos y dragones sin darse cuenta de que ellos mismos se han puesto ese calificativo. Igual deberían preguntarse porqué creen que lo son. Al fin y al cabo, yo no soy responsable de lo que opinen otras personas.
Una profesora me dijo una vez
"El que se excusa, se acusa." 
Yo he tenido que dar pocas explicaciones en esta historia, así que mi conciencia está tranquila.
Te equivocas si crees que me regodeo en el sufrimiento. No me ha dejado hacerlo mi gente.
Esa sensación tan peliculera de caer hacia abajo con el peso de la ropa en un lago, mientras ves que la luz del sol se aleja hasta que una mano fuerte te agarra por la solapa, tirando de ti hacia arriba. Esa bocanada de aire que es más pura y más limpia que ninguna otra que hayas dado o vayas a dar jamás.
Eso, amigo, define lo que han hecho por mí todos aquellos a los que criticas por criticar a tus espaldas o defenderme. Precisamente tú que has estado planeando este momento (a mis espaldas) y que se lo has dicho a gente amiga mía a la que yo ni siquiera le había comentado aún nada. Qué irónica es la hipocresía y qué nefasta la mala memoria.

No puedes hablar de madurez cuando me dejas un mensaje en tu muro público de facebook esperando que alguien me lo enseñe.
No puedes hablar de madurez cuando has sabido durante varios días que te ibas y no has tenido el valor para decírmelo, escudándote en que era por mi bien, cuando ambos sabemos que era por el tuyo.
No puedes hablar de madurez cuando, después de siete años, has puesto la mejor de tus caras. Aún veo tu sonrisa y la de ella mientras me dabais la noticia. Sé que no sonreíais intencionadamente, pero a veces las expresiones de la cara, cuando uno miente, dicen más que las palabras.

Yo no sé lo que es tu vida. Ya no sé ni quién eres.
Te bloqueo porque dices que no has sido tú el que ha tomado la decisión, pero lo has hecho. Y si crees que las formas han sido las correctas y que esto podía acabar bien sin traer la verdad por delante, es que en siete años aún no me conoces en absoluto. Y créeme que soy como un libro abierto, porque hace falta poca cosa para saber cuándo algo me va a hacer daño.
Tú cerraste la puerta de casa. Yo te cierro la puerta de mi vida.

No he dejado de quererte. Bien lo sabes. Sino esto me la traería floja, te sonreiría y me dirigiría a ti con el respeto que ya no te mereces, puesto que a mí no me has mostrado ninguno.

No he dejado de quererte porque no se deja de querer a una persona que ha sido parte de tu vida y que ha estado tan dentro. Que ha sido familia de esa que escoges a medida que caminas.

No pienses, Miguel, ni por un segundo que ya no te quiero. Porque mentiría si dijera eso. Pero no puedes pretender que actúe como si no me hubieses traicionado. Sabíamos los dos desde el principio de este curso que esto llegaría. Que este año nos íbamos a separar, pero no puedes pretender que crea que tu reacción ha sido ni la de un amigo ni la de un adulto. Estás loco si crees que debo pensar que esto lo has hecho por mi bien. La manera de irte, la manera de planear todo sin tener la decencia de hablar.

No puedes juzgarme porque no quiera hablarte, porque actúe como si jamás te hubiera conocido y te borre de mi vida de un plumazo, porque en el momento en el que tú no me hablaste cuando empezaste a planearlo, fuiste tú el que escogió el camino que iba a tomar esta historia. No yo.
Has sido tú el que no ha hablado y lo ha dicho todo con el silencio. Es muy egoísta pensar que, después de tirar la piedra y esconder la mano, soy yo la mala de la película que no quiere escuchar tus explicaciones, que llegan medio mes tarde y de manera premeditada.

Así que mi corazón te sigue queriendo, claro que sí. Pero el resto de mi cuerpo me dice que no merece la pena quererte.
Porque no es así como yo trato a mi familia y mucho menos como esperaba ser tratada de vuelta.

"Hoy, 21 de junio de 2014, VillaCuki se vuelve a graduar y doy las gracias por poder compartirlo con esas personas que tanto me han aportado sin quererlo. No sé cuándo leerás esto Bea, pero recuerda que si tú vas a echar de menos Soria, yo siempre tendré pendiente el ir donde estés en ese momento. Ahora te dejo en la cama durmiendo feliz, pero lo importante para mí vendrá por la tarde cuando cantemos todos juntos ante personas que me importan mucho y lo importante de verdad es que estarás conmigo. Mike."

Claro que te quiero, pero déjame seguir sin ti. Sin mensajes. Deja que yo también tome mi decisión y siga adelante con ella. Porque no es fácil echarte de menos, pero tampoco ha sido nada fácil verte marchar.
Y ya no puedo caminar a tu lado.