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sábado, 10 de septiembre de 2011

INDIGNANTE

Hace poco escribí sobre aquello que no dudaba: la utilidad de la policía. A día de hoy, no salgo de mi desdén y sorpresa.
Esta noche he visto como un joven procedente del Sur de América (pero podría haber sido español perfectamente) conducía un coche en estado de ebriedad. A tal extremo que ha aparcado encima de la acera y por pocos centímetros, no ha atropellado a tres personas que se encontraban sentadas en un portal.
Indignados, un amigo y yo hemos hecho lo que debería hacer cualquier ciudadano de a pie: llamar a la policía... Bendita hora en la que se nos ocurrió. Mientras explicábamos la situación pasaba un coche de la Policía Local y el señor al teléfono me ha dicho (desentendiéndose del tema) que se lo comentáramos a ellos.
En el mismo momento en el que la policía local paraba al lado del coche subido en la acera, el conductor, que no era capaz ni de tenerse en pie, bajaba del vehículo... Cual es nuestra sorpresa cuando cuatro agentes de policía se han AVALANZADO sobre otro viandante de igual procedencia que simplemente pasaba por el lugar de los hechos.
Ante tal "atropello", mi amigo ha ido inmediatamente a hablar EDUCADAMENTE con los policías presentes... "Proteger y servir" (dice su norma, si no me equivoco...)
Y me he mantenido al margen... lo juro... He intentado no formar parte de semejante tropelía.... hasta que he visto que cargaban contra mi amigo. Ciudadano español, que no es un supuesto de peligro o de "polizón".
Y al acercarme, un policía fuera de servicio que parecía negarse a una identificación, nos ha puesto de vuelta y media. Incluso nos ha amenazado con que el hecho de que estuviésemos en Soria y no en Madrid, nos estaba salvando el pellejo en vez de ser, directamente, apaleados. Ha negado su obligación a tener que identificarse (aunque al final sí que nos haya enseñado la placa) y nos ha "instado" a no meternos en la defensa de un ciudadano "violento" (dime quién no se pondría violento si, estando tranquilamente de fiesta, le paran en medio de la calle por ser "sospechoso", siendo un simple viandante). Peor ha sido mi disgusto al comprobar que, cuando educadamente he informado a uno de los locales que el hombre que casi comete un homicidio por imprudencia era otro, me ha apartado brucamente y me ha ignorado por completo.
¿Qué se supone entonces que debo hacer cuando, como buena ciudadana o residente en un país u otro, veo una infracción o un caso de atentado contra otras personas? ¿Callarme la boca y pasar desapercibida? ¿Dejar que esa persona, que claramente estaba decidida a hacerlo, coja el coche para sacarle del medio de la acera y conducir por la carretera aún a riesgo de atropellar a cualquier peatón? Y un chico, de camisa blanca, ha impedido tanto el atropello de esas personas como la carga policial del tranquilo viandante que, según el policía fuera de servicio, se estaba poniendo violento... Pero ¿cuál era el problema de ese chico? Que tenía la misma nacionalidad que los otros dos y ha pasado a ser otro sospechoso.
Quiero pensar que esto pasa porque estoy en Soria, que está más cerca de Madrid que de Palencia, mi ciudad de origen... Espero (deseo), que si me vuelvo a ver en esta situación, la policía esté allí para protegerme, no para amenazarme con llevarme a la comisaría por protestar y defender a un inocente. Por decirme que, a pesar de estudiar traducción jurídica, sé menos que él de leyes... Y que si quiero identificarle, he de ir a una comisaría porque él sí que tiene derecho a pedirme el carnet en medio de la calle pero yo no tengo derecho a pedirle que se identifique...
Esto está llegando cada vez más lejos. Ya no sé ni de quién puedo fiarme. Si no me protegen aquellos a quienes pago para ello, ¿quién lo hará? ¿Un viandante al que van a acusar injustamente? Porque yo, llegará un momento, en el que no sé si me atrevería.

miércoles, 7 de septiembre de 2011

Counting down

Y aquí en un hueco entre examen y examen, entre universidad y casa de acogida a carreras, entre me tomo un respiro y vuelta a la carga, me tomo unos minutos para escribir.

Ayer fue una de esas grandes noches. VillaCuki II, con la mayoría de sus habitantes, se reunió en una evolución de VillaCuki 2.0.


Aún estoy estresada... Pensé que estaba tranquila cuando empecé a escribir, pero sigo dándole vueltas a mis viajes. A salir a tiempo del examen del viernes para coger un bus que me lleve a casa, a coger otro que me traiga el domingo de vuelta, y otro el lunes o el martes para volver a casa... Cinco días para despedirme de mi gente, de mi Palencia, coger un vuelo en Valladolid e iniciar mi aventura en Italia, con Tony... Y si fuera sólo eso, respiraría tranquila... Vacaciones en Roma (que diría la película)... sólo que no son unas vacaciones cualquiera... Una vez que salga de la frontera que me separa de España, me despido de mi gente, de mi tierra, de mis costumbres, de mi idioma... hasta al menos tres meses... Bendita Navidad... Siempre será la fecha de volver a casa.

Sólo 20 kilos en una maleta. 20 kilos para tres meses y medio... Ya no estará mamá cerca para decirme: "Cuando vengas el finde te llevas ropa de abrigo que allí ya refresca. Te dejo unas cosillas que hemos preparado papá y yo en tuppers congeladas para que te las lleves". Ni estará Isa, mi hermana, para decirme: "Estoy planeando con Virginia ir a veros este fin de semana".
Y yo estaré en Grecia, muy lejos. Sin ellos, sin Cuki, mi conejo, sin Chanel, mi perrita... ¡En Grecia!

No digo que no vaya a pasármelo bien... pero ahora sólo tengo mamitis y morriña