Star memories

lunes, 31 de diciembre de 2012

El Principio Del Fin

Faltan cinco minutos para el final del año del fin. 2012. Te despido con una sonrisa.
Han pasado muchas cosas en este año. Has sido intenso. Intenso para las lágrimas. Intenso para las risas.
Has estado lleno de saludos y despedidas, pero sobre todo de amor.

Te recordaré lleno de vida. Lleno de cambios.
He experimentado tanto. He crecido. Me he hecho más fuerte y más débil. Me he renovado en ti.
Me he superado. Lo he superado.

Me gusta sacar lo positivo de las cosas al pasar el tiempo. Aunque no sea capaz de verlo siempre en el momento en el que ocurren. Ya no me acuerdo de lo malo. Eso es algo que aprendí hace mucho.

Echo la vista atrás y veo caras amigas. Veo vida. La sensación de la auto-realización.
No puedo creer lo rápido que pasan los días.

Este año he viajado. He viajado más de lo que jamás pensaré que viajaría. He estado en Italia, en Suiza, en Inglaterra y en Grecia... Mi Grecia... Porque si algo ha marcado este año, ha sido el erasmus.

Te despido lleno de miradas. Miradas de complicidad. Miradas pícaras. Miradas llenas de ternura. Miradas que me enamoraron.

No olivaré tus olores, tus sabores, tus sonidos, tu música, tus besos y abrazos. No olvidaré tus paisajes, que se convirtieron en mis paraísos. Incluso aquellos que tuve la oportunidad de escalar.
Tampoco tus aeropuertos. Tus aviones. Sobre todo los de ida y los de vuelta. Los autobuses, también los urbanos, los tranvías, los metros, los ferries. Tus viajes en coche, en moto, en bici ni tus paseos. Paseos a montañas y playas griegas, corfiotas o no. Paseos en islas en el medio del mar, pero tampoco tus paseos en la pequeña Soria. Los del Duero, los de la Sierra. Los de Palencia.

Se quedan conmigo las compañías. Todos esos amigos viajeros. Todas sus nacionalidades. Pequeñas y grandes familias. Sus caras. Sus sonrisas. Sus juegos. Nuestros juegos. El adentrarse en el mar, incluso aunque no hiciera pie. Obviando mis miedos.

Barbacoas, terrazas, tintos de verano, bolas de playa, hamacas, ρετσίνα, riojas.
Los rincones, los pensamientos, las rocas... sobre todo las azoteas... esas azoteas en las que me sentía yo. Me escapaba, sola o acompañada. Y miraba las estrellas y escuchaba la noche.

Los cafés, esos cafés que tanto echo de menos. El olor a puerto... el salitre. Tan distinto el del mar Jónico que de aquel que sentí al llegar al Cantábrico.

Imágenes que dan vueltas en mi cabeza. Imágenes in situ. Videollamadas. Momentos. Griegos y españoles. De aquí y de allá. Pequeños retales de mi vida. Tan lejanos y tan reales. Personas. Familia. Vuestras voces. El sonido de las carcajadas. Las mías y las vuestras. Las vuestras y las mías.

Despido este año porque no puedo volver atrás. Porque el borrador de este año pasa página.
Despido a los piropos. Al brillo del deseo en sus ojos, en los tuyos.
Sólo digo adiós al año, que no volverá. A todas mis memorias les digo hasta luego. Hasta dentro de cinco segundos, cuando vuelva a recapitular y a acordarme de esos instantes.
Y sin decir adiós, está la bienvenida al quererme. A mí, a mi cuerpo. Porque supe decidir los momentos idóneos. Porque supe escuchar a mi espíritu salvaje. Por ser valiente y no volver a dejar de serlo.

Sigo acunando al verbo amar. Porque no me canso. Es innato. Está en mí.
Ay 2012. Me devolviste la magia. Ese momento de hoguera. El fuego.

Hace tiempo dejé de recordar qué le pedía a un año nuevo. No quiero nada. No sé qué te pedí. Ni siquiera sé si pedí algo. No me importa. La cosecha ha sido buena. Año de bodega.

Os llevo conmigo. A la gente buena del 2012. Desde enero a diciembre. A los nuevos, a los viejos y a los del intermedio. Tenéis un trocito de mi corazón. Lo queráis o no, es vuestro.

Sed felices. Yo haré todo lo posible por ofreceros esa felicidad. Y quereros mucho. Queredme mucho. Que yo estoy hecha de eso y no sé hacerlo de otra manera.
Y la vida es corta.
Y lo merece, siempre y cuando...

...siga siendo a vuestro lado.

domingo, 30 de diciembre de 2012

Noches de vigilia

Son cosas que pasan. Todo sea por no dejar sola a mamá.
La tía no está bien. No sabemos si llegará a mañana... o al año que viene, y eso que no queda nada.
Ahora duerme. Desde el sillón de la habitación oigo como respira fuertemente. Cuando se calma, asomo la cabeza por encima de mis rodillas, y observo su edredón. Se mueve. Todo va bien entonces. Mamá hace sudokus y de vez en cuando, el reloj para ciegos del tío, nos canta la hora que es.

La puerta entre abierta. Me asusta que otra monja con hábito color marrón entre a alterar la quietud del ambiente. No me gustan, por muy majas que sean. No soy nada religiosa.
Los ojos de las personas en las fotos antiguas que decoran el taquillón observan todo. Son recuerdos de la vida. De los momentos felices... pero nadie dice que la tía no vaya a ser feliz después de esto.

Ella no sabe que se muere. Que no hay retorno... al menos nadie se lo ha dicho.
Supongo que lo intuye. Papá dice que a veces parece como que intenta valerse por sí misma. Como si estuviera luchando contra lo irremediable. Mamá, q la morfina es lo que hace que esté perdiendo la cabeza... y así seguirá hasta que se apague.

Se ha quedado tan minúscula... y está amarillita. Chiquita, muy chiquita.

Recuerdo las cenas que preparaba. Esas tortillas de patata, como dice mi hermana. Mis padrinos de bautismo, aunque nunca lo haya sentido así. Recuerdo su risa. También que con el tiempo, se fue ablandando. Supongo que para una persona que nunca ha tenido hijos, era difícil llevar el ritmo de una niña tan inquieta y cariñosa como yo.
Cosas. Malas y buenas.
No sé qué pensar cuando estas cosas suceden. Sé que es real, pero a la vez me parece un espejismo.
No soy la única que mira el edredón cuando la tia sufre una apnea. Acabo de cruzar la mirada con mamá. Una sonrisa de complicidad. Yo vuelvo al blog. Ella a sus sudokus.

Mañana se acaba el año y no sé si comeremos las uvas con la prima o en un tanatorio.
Odio las muertes en Navidad. No por mi o porque se deba estar alegre o porque la gente está a otras cosas. Las odio porque luego las personas, cuando pasan los años, no lo disfrutan. Sólo recuerdan que en esa navidad del año "a" día "d", murió alguien.
Las Navidades para mí siempre han sido mi época favorita del año, pero siempre recuerdo en ellas a alguien llorando. A mi madre o a mi abuela.
Este año mi madre no tenía motivos para ello. Ahora que ha recuperado a sus hermanas, la abuela está bien y celebramos juntos, debería ser feliz. Ésta ha sido la primera Nochebuena de muchos años en la que no la he visto llorar.
Mañana es Nochevieja. Como siempre lloraba, ella y papá iniciaron la tradición de subir al pueblo. Con sus amigos. Allí no sé si lo hacía, pero al menos era más feliz. Este año se quedan. Por la tia y por la familia... y yo sólo quiero no tener que verla llorar.

Aquí sentada, entre la luz y la sombra de la habitación, me pregunto qué pasará mañana, por qué no me besas otra vez y si en Nochevieja habrá lágrimas.
Y en el egoísmo, pienso en mi abuela y no puedo evitarlo. Pienso que siga bien. Pienso que lo que pueda pasarle a ella me da más miedo que ésto. Pienso que tiene 94 años.

Hay muchas cosas verdes en esta habitación. Me pregunto si es que las respuesta a todas estas dudas, es la esperanza.

lunes, 24 de diciembre de 2012

La Amenaza Fantasma

No tenía pensado esto. Es más, no podría haberme imaginado esto. Yo no sé si es la Navidad, si es la distancia o si es que de verdad lo de los mayas significaba un cambio...
Pero ahí estáis, como fantasmas. Observando y al acecho. El caso es dejarme sin palabras. Sin saber cómo reaccionar. Me siento sin derechos. Inútil. Estúpida. Luchando por dejar la adicción. Creyéndome fuerte. Resistiendo... pero nadie me avisó de que los derechos que yo perdí, los habían adquirido ellos. Vosotros. La amenaza... y encima me quedo con cara de boba. Actuando demasiado rápido y mal o sin saber para dónde tirar.
Hay uno que me ha encantado. Precisamente el que más gilipollas me ha hecho sentir... El otro ha sido... no sé. Ha sido como revivir un sueño que acabó convirtiéndose en pesadilla. Como una maza. Porque creí que me había acostumbrado a estar sin ti... pero vas a conseguir que sueñe de nuevo contigo... y créeme que no me emociona la idea.
Quiero algo de la primera parte que no voy a tener. Sé que lo que quiero, lo puedo conseguir de la segunda... porque en realidad añoro saber cuánto me conoces... pero ahora soy yo la que no te conoce a ti. Y no sé si quiero perdonarte.
Estoy vacía de ti. Te dí todo y más. Y tuve miedo de no tener para quien creí lo merecía... y al final, como siempre al final, me preocupé demasiado por cubrir las carencias de un extraño. Esa tonta manía de dar sin esperar recibir nada a cambio.
Mañana será otro día.

sábado, 22 de diciembre de 2012

Bipolar


Hace un momento estaba deseando escribir, ahora es como si todo se hubiese fugado de mi mente. ¿Dónde está Καλλιόπη? A veces se fuga sin mí. Me deja aquí... aunque siempre vuelve, tarde o temprano...
Y así funciona entonces. Hace un rato tenía ganas de escribir, y ahora no sabía dónde las había puesto.

Esa soy yo.

Una persona con una energía desbordante, capaz de mover mares y montañas, y que a la vez rompe a llorar con la facilidad de una niña. Tan pronto estoy riendo a carcajadas como puedo estar sumida en el más lúgubre de los silencios.

Si me enfado, por unos segundos, es mejor no tocarme, ni mirarme, porque te puedo dejar petrificado como Μέδουσα, pero si lo haces demasiado tiempo, me volveré tan débil y pequeña, que sólo podré recuperarme con un beso.
Luca y Marco solían definirme así: "She's like a ball. Always jumping around. Never tired. But if it's not the right time, with the wrong move, she will crack like an egg". Tanto tiempo juntos, esa era la verdad.

Soy la más sonriente, pero también la más llorona. No sólo si estoy triste. También lloro a veces cuando las cosas son demasiado tiernas.

Soy empática. Lloro si tú lloras... pero si estás demasiado débil, sorberé mis lágrimas para poder sostenerte.

Soy envidiosa, celosa, egoísta... Pero déjame aprender, y serás tú el protagonista, te lo daré todo y te haré volar tan alto como pueda, sin dejar que te caigas.

Tengo un ego. Grande. Y orgullo. Pero en el equilibrio está la perfección. Y no llego a ser tirana, porque soy humilde. Porque he dejado que la vida me enseñe. Y dejaré mi orgullo de lado y mi ego. Y si me dices algo bonito, y me sonrojo, no será ficticio. Porque se me hace raro escucharlo desde fuera. Porque comparto mi autoestima, y me encantan los halagos, pero normalmente soy más de regalarlos. Si los recibo, me gusta verlos reflejados.

Hablo. MUCHO. Pero sé escuchar. Y si tienes el corazón roto, soy una experta en reconstruirlo. Lo sé. Lo he visto... aunque muchas veces tenga que darte parte de mi propio corazón. Aunque luego sea el mío el que se quede hecho pedacitos. No me importa... Pero me importa.

Y a veces entre tantas palabras, me encontrarás en silencio.

Me gusta estar rodeada de gente. Siempre. Me encanta tener una torre de Babel en mi casa. Pero algún día puede que veas que me marcho sola, sobre todo si es al río, dónde se juntan los elementos. El fuego lo pongo yo. Y que me veas sentada. Meditando. Llorando. O sonriendo mientras abrazo un árbol.

Soy vaga. No me gusta el ejercicio... pero adoro subir a la montaña, escalar, y andar, andar, andar... y seguir andando.

Soy buena... Y muchas veces de buena tonta... Pero tengo un límite. Y cuando me canso, puede que no sea la más mala de este mundo porque no me da para tanto, pero no esperes consideración por mi parte.

Puedo amarte... hasta donde nadie te ha amado... pero mi amor está a menos de un paso del odio. Y en ese odio, te seguiré amando, porque no sé hacerlo de otro modo. Y si te odio, no te toco, ni te miro, ni me importas, ni me harás reír... pero estaré riendo por dentro, muriéndome porque me toques, y mirándote cuando no mires, con el rabillo del ojo (tan entrenado durante años).

Puedo ser negra como la noche, clara como la luz del día, y siempre con la luz de una soñadora. Dispuesta a calentar hasta un corazón hecho de frío diamante.

Soy la persona que mejor me conoce en este mundo, y aún así hay veces que mi estupidez y mi inteligencia, me siguen sorprendiendo a partes iguales.

Puedo escribir, sin parar, como una cascada que no deja de golpear sus aguas contra el río... pero también me seco, a veces, como los lagos de la sabana.

Me ilusiono fácilmente... y a pesar de que los sentimientos que vienen rápido se van más rápido todavía, conmigo no pasa. Conmigo se quedan. Te quedas conmigo. Te hago un huequito. Te abrigo del frío.

Me muevo no paro no duermo me rompo me inflo y estallo. Todo y nada. Y entonces sonrío sueño abrazo me calmo me desinflo y me paro. Nada y todo.

Ésa soy yo. La llama, la lágrima, la brisa y la roca. Pero sobre todo soy el corazón. De león, de gata, de tigre, que ama.
Que late, que expande, encoge, se acoge y apaga... Apaga y vámonos... Y aunque creas que me conoces por leer esto, siempre tengo un as en la manga.

Esta soy yo.




jueves, 20 de diciembre de 2012

Coming home

Ya está aquí. El día previo al fin del mundo... o algo. En bus rumbo Pucela. He tenido suerte, en mi billete ponía que era para el 21... pero estoy dentro.
Anoche me despedí de Soria hasta no sé cuándo, y creo que me despedí también de más cosas, aunque aún no sea del todo consciente de ello. No quería decir adiós, pero supongo que tengo que hacerlo. Que tengo que entender por lo que he visto que no había nada que ganar. Sólo perder. A pesar de lo que dijimos... y me parece todo tan irreal que sigo procesándolo.
Tengo en la cabeza la canción "Turnedo" de Iván Ferreiro. Suele acompañarme en las despedidas, aunque es la primera vez que la canto en alto con fuerza, dejando atrás la pena.
A veces se parece a sentir que estás fuera de lugar. Que no perteneces al sitio en el que te has anclado... y otras parece que los mensajes te llegan al estilo del "teléfono escacharrado".
No me gusta rogar, no me gusta hacer el ridículo. No me gusta sentirme estúpida, porque no lo soy... pero los caballeros andantes de brillante armadura, no existen, y toda la palabrería, toda esa verborrea y esas promesas de que te protegerán, son falacias. Dónde estás tú, aquel que dijo que si alguien me hacía sentir estúpida alguna vez, estaría allí para partirle la cara. Dónde estás tú, aquel que dijo que era su mejor amiga y querías demostrarme que eras mejor para mí que cualquier otro. Dónde estás tú, que dijiste sentías la necesidad de protegerme siempre, dónde tú, que decías que confiabas en mí más que en nadie. Dónde estás tú, que decías que tenía algo muy extraño a lo que no podías resistirte o tú, que pretendías arreglar el mundo a besos conmigo y acabaste montándote un cuento tú solo que acababa en desastre...
Así es la vida. O lo tomas o lo dejas. O te lo crees todo o no te crees nada. Yo no he mentido nunca en lo que siento. Ni me avergüenzo, ni me da miedo... y sí, puede que me haya despedido. Pero no me rindo. Aún no me he rendido. Porque siempre que estoy a punto de hacerlo, algo me dice que no sabemos qué pasará mañana.
Yo desde luego, me doy cuenta de que no sé nada. Y me dedico a aprender. Y ya veremos, que queda mucha vida (o no) y tiempo para pensar.
Ver "Iván Ferreiro "Turnedo" (A Solas 2005)" en YouTube

miércoles, 19 de diciembre de 2012

End Of The World // Fin Del Mundo

Ay... estos mayas... te comiste las ganas de mí con las tostadas. Parece que fue ayer cuando se empezó a rumorear sobre el fin del mundo... Twitteo cada poco con los hashtag #endoftheworld y #findelmundo. Cualquiera dirá que me lo creo a pies juntillas. Te bebiste mis pasiones con el café. Pero ni creo, ni dejo de creer. En dos días estaré aquí o allí. O en otra dimensión astral. O viendo la tele y el 22 diré: "¡Coño! Pero si ayer fue 21". Tu desdén y mi desdén se transforman en orgullo. Y como ni creo ni dejo de creer, me presento en mi santa casa antes de lo que hubiera hecho en otras circunstancias. Y no sé si creerte la mirada, los gestos, las palabras o no creerte nada. No es que me cree ansiedad pensar lo que pueda venir, aunque hubo una temporada, hace un año, en la que estaba tan feliz  porque así no tendría que seguir estudiando para suspender y pagar una pasta de créditos. Y no me vale cualquiera para una penúltima noche en la Tierra. Nada, nada. Que sea lo que el universo diga. He hecho casi todo lo que tenía que hacer hasta ahora y sólo me apetece pasar esa noche con la family, en plan solsticio de invierno, que es en realidad lo que es. Que si se acaba, quiero recordar el sabor de tu boca. Aunque reconozco que no puedo parar de imaginar un apocalipsis zombie, con casas convertidas en almacén de suministros. Y si no se acaba, prometo hacer como si no ha pasado nada. Por eso me llevo los botiquines y cosas de abrigo. En caso de supervivencia, jaja. Pero no quiero que me dejes con las ganas. Y dejo aquí comida, bolis, una impresora, y cosas inútiles. Me debes una segunda ronda. Me llevo el portátil, no sea que vaya de lista y luego resulte que esto siga, y yo no haya terminado con los proyectos de clase. Te debo mis ganas. Así que nada, no te tengo miedo, ni a ti ni al fin del mundo. Aunque pensé que serías más valiente. Mañana maletita para no tener que hacerlo al límite como siempre y a ver qué surje. Quería preparar mullet wine, pero ya veremos. Que beber sola en casa es muy deprimente. No me preocupa que esto se acabe porque en realidad no estoy pensando en el 21. Si no en todas las cosas que he disfrutado y que estoy disfrutando. Hay gente a la que se le acabó el mundo ayer porque una maceta cayó de un balcón y le dio en la cabeza. Así que... me puedo considerar una privilegiada. Antes de que te pierda las ganas.

lunes, 17 de diciembre de 2012

Back to Kernel

El kernel ha vuelto a mi vida. Ya no significa lo mismo que aquello de lo que hablaba en mis aventuras griegas, pero siempre que lo veo, me acuerdo de él. Un bonito recuerdo. Algo para enmarcar y limpiar el polvo de vez en cuando.
En otro orden de cosas, hoy estoy feliz y nerviosa y feliz otra vez. Esta tarde actuamos con el coro. Quién me iba a decir a mí...
No sé que está pasando. Será que el fin del mundo se acerca y me apetece vivir, o saber que he vivido. Sobre todo me apetece sentir. Es un gusanillo que me recorre el cuerpo. No hago más que ver mensajitos bonitos en la página de facebook "El Club De Los Poetas Muertos" y todas me vuelven loca de amor:
- Usted es el único medio que necesito para tocar las nubes (Víctor de la Hoz)
- Quiero hacer contigo lo que la primavera hace con los cerezos (Pablo Neruda)
- Ojalá podamos tener el coraje de estar solos y la valentía de arriesgarnos a estar juntos (Eduardo Galeano)
- Quisiera saber si nada significa algo (Acción poética en Chile)
- Estamos a nada de serlo todo (Acción poética Tucumán-Arg)
- Fuimos un breve cuento que leeré mil veces...
Y a lo mejor es eso. Que no me rindo ni me he rendido nunca. Que una persona tan especial como mi madre, me ha dado fuerzas. Que no hay esperanzas que valgan, infundadas en ideas equivocadas, que no existe el miedo, que no me vale un "juan palomo"... y es que hay cosas, que aunque cueste verlas en un primer momento, siempre estarán ahí. No es la historia, ni las palabras ni los antecedentes, si no las ganas de no perder ni un segundo de este borrador que es la vida. Porque no hay comparaciones y a mi me educaron para ser feliz, sin asustarme de la oscuridad, sin monstruos debajo de la cama... y mi energía es fuerte. Está hecha de luz. Y arrastra, y envuelve. Y protege a aquellos a quienes amo... porque yo no amo a medias. Porque como me dice la familia, soy una chica de carrera y bombardeo.
Y esta tarde, entre escalofrío y escalofrío de una canción bien entonada, me enamoraré un poco más y (metese) encandilaré un poco más, hasta que no quiera luchar (yotuelella) y reconozca que es aquí y ahora (yomimeconmigo), porque nunca sabemos si llegaremos a mañana.

sábado, 15 de diciembre de 2012

Voy cruzando el río

Porque todo pasa, todo fluye y todo queda. Porque agota. Y gota a gota. Segundo a segundo. Porque no recuerdo la última vez que me diste la mano. Tengo que dejar de creer en ti. La regla o la excepción. Dime en qué punto me perdí. Dónde queda la balsa. Y sonrío. Junto al Duero tracé un camino. Y aún así, improviso.

And when the end has come, to be continued

Como se ha modernizado todo... parece mentira que esté actualizando mi blog desde el móvil...
Hace tiempo que no paso por aquí. Necesitaba una terapia bloggeril. No pensé que llegaría a echarlo de menos...
He vuelto a Soria. Grecia y mi adorada Corfú ya no son el lugar donde vivo, aunque aún siga sintiéndolo como un hogar. La vuelta a la realidad fue dura. La última semana en Corfú fue un sueño y una despedida. Un cúmulo de todo... y ahora que estoy aquí, no podía darme un descanso. No sé si el error ha estado en querer olvidar demasiado rápido o en creer que lo he conseguido, pero hay una fuga. Una herida no se cerró bien y temo haberla hecho más grande.
Siempre dije que nadie tiene derecho a cambiar quién soy... pero creo que ha llegado el momento de cambiar por mí. De hacerme dura, de hacerme de hielo. Una sacudida más y me convertiré en polvo... y no puedo dejar que eso pase.
No entiendo qué ocurre ahora mismo con estas nuevas expectativas creadas ni si debo olvidarlas... hace poco vine de Palencia con energía renovada y ahora mismo sólo pienso que en seguida vuelvo para Navidad y para alejarme de tanta confusión.
Creo que al final me iré el día 20.
No sé qué pasará el 21 de diciembre, pero por si acaso, quiero que me pille con la gente que de verdad me quiere.
Como siempre un caos. Debo recordar que Somnium Ergo Sum y que todo pasa, todo llega... aunque ya no sé si puedo seguir dejando mi ánimos colgados en brazos de mi amiga la esperanza. No quiero acabar siendo una de esas personas frías y distantes que no creen en nada, pero quizás debiera empezar a plantearme una retirada. Una introspectiva sobre mi propio yo. Un escudo... a pesar de que siempre me ha gustado peleear a corazón descubierto...
No me gustan los juegos. No me dan equilibrio. Me agotan y me hacen llorar. No entiendo los cambios repentinos... y mientras busco una solución a este rompecabezas, lucho, me agoto, me recupero y vuelvo a luchar... el problema es que cuando luchas contra ti mismo... no hay victoria. Ni derrota. Sólo un sabor agridulce... y al menos deseas ser consciente de que lo hiciste lo mejor que podías.