Star memories

martes, 3 de marzo de 2015

Narrowcasting: de 0 a 100

Esa extraña sensación de no querer que se acabe la noche.
Si se acaba y me voy a dormir, ya será mañana.
Y mañana es algo nuevo, inesperado y que produce esa ansiedad tan típica de lo desconocido.

A pesar de que hace mucho que no escribo, sé que mi musa pace tranquilamente. Esperando un momento de lucidez como el que se ha presentado esta noche.
Y a la vez, cuando nadie me oye, ruego que no se despierte pues temo no saber controlarla. No sería la primera vez.
Aún así, echaba tanto de menos escribir que podría llorar ahora mismo. Esa necesidad de exprimir lo que llevo dentro, de soltarlo. Es una sensación muy similar a aquella que aparece cuando llegas a la cima de una montaña y sueltas la pesada mochila en el suelo como si fuese un muerto y te quitas la ropa a sacudidas para poder respirar y aliviar el calor... Solo que en vez de calor es temblor y frío.

A veces no sé qué da más miedo de este año (o de estos años), si la inamovible y silenciosa calma, si el miedo a lo desconocido o si sentir que se tambalea toda esa sensación de bienestar a la que ya me había acostumbrado.

Persiste en mí la no alteración... persistía... Y como un castillo de naipes al que le roza una mala corriente de aire, se difuminan los esquemas y se pierde el equilibrio.

Estás tú, mi necesidad de protegerte. Mi compañero inseparable.
Está lo que viene mañana. Que asusta.
Y está lo que ha venido de manera tan absurda e indeseada.
Está la incertidumbre.

Me pregunto si detrás de esta duna se encuentra, por fin, el ansiado oasis de los sedientos.

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