Star memories

sábado, 23 de septiembre de 2017

Heart versus mind

Creo que no estoy preparada para soltar pero sé que debo.
Creerá que estoy loca, pero como dirían Mocedades o Isa Calderón:
"Estuve loca ayer, pero fue por amor"  

Isa Calderón "Lobster"

Las cosas no vienen dadas porque nos las inventemos sino más bien por las mentiras que nos creemos. No es la primera y, aunque desease que fuese la última, no puedo decir que de este agua no beberé.
Es una lástima dejar aflorar toda una serie de sentimientos con la intención de alimentar una relación nociva.
Alimentar un ego ajeno que alimenta tu humillación personal.
Dar migajas que se cogen como si llevases pasando hambre toda una vida.
Acepto que todo el mundo tiene derecho a sentir y dejar de sentir.
No puedo aceptar que esos sentimientos sean considerados un derecho para utilizar a otras personas. Sea sexual o anímicamente.
Desgraciadamente el complejo de Juana de Arco siempre me da más disgustos que alegrías.
Me empecino en salvar gente que no necesita ser salvada.
Que simplemente me va a arrastrar con ella.
Hace muchos años decidí no volver a enamorarme. No buscar ninguna relación sentimental con nadie del sexo opuesto. Esa decisión se convirtió en una maldición.
La maldición de no poder evitarlo.
Mi hermana siempre dijo que yo era una persona bohemia. Que no me enamoraba de las personas, sino del amor. Y, con el amor, viene el concepto idealizado de lo que tú crees que son en realidad esas personas.
Esa maldición me convirtió en una mujer ingenua adicta a las relaciones prefabricadas, nocivas. Las que vende Hollywood en cada producción de mierda dónde los conceptos de heteropatriarcado y princesas que necesitan ser salvadas por hombres manipuladores, egoístas y con baja autoestima florecen como las setas venenosas en cuanto caen cuatro agónicas gotas de lluvia.
Yo no era una princesa en apuros. Al menos no de primeras. Pero sí acababa siempre convirtiéndome en un ser pusilánime, anulado y henchido de buenas intenciones que tenían el único objetivo de conquistar, reparar y restaurar a ese intento de personas, que no merecen ni el título de hombres, como si de un mueble viejo y apolillado se tratara.
Imagínate estar lleno, ver las setas y pensar: "Bueno, un poco más no hará daño". Masticas, tragas y empiezas a alucinar.
Porque a mí me han enseñado que mentir está mal. Y que la gente es buena. Y por eso procuro rodearme de ella.
Un día la profesora preguntó en clase de Psicología que levantasen la mano todas aquellas personas que tuviesen algún amigx, familiar, compañerx de trabajo que les hiciese sentir mal y al que tuviesen que sonreír por cortesía ante su falta de respeto. Yo no levanté la mano.
Nadie que considere amigx me hace sentir eso. Si los ha habido no han durado mucho en mi vida.
Mi familia, toda ella, son los ingredientes generacionales de quien soy. Su salvia en mi árbol genealógico me ha hecho analizar, aprobar y rechazar comportamientos propios y ajenos para no arrastrarlos en mi carga genética.
Una actitud de ese género no se la aceptaría a un compañerx de trabajo y, actualmente, puedo ser feliz de trabajar con quien lo hago.
Quizás si hubiese especificado: "Que levante la mano quien sea tan gilipollas de aceptar que una persona que te interesa, en el sentido sentimental de la palabra, te trate como si fueses un cero a la izquierda", hubiera tenido que levantar las dos.
Y de ahí viene que escriba este blog hoy.
De la rabia seguramente, de la ira. Del sentirme estúpida por seguir creyendo que quedaba algo de bueno en todo lo que siento. Por seguir alimentando mi esperanza como si le debiese algo a alguien, como si no me pudiese creer que, dados los hechos, esa persona en realidad siente desprecio hacia mí. ¿Cómo va a sentir desprecio si mi cerebro, automáticamente, creyó todo lo bueno que me decía?
La gente no miente... ¿no? Bueno, quien no miente en realidad es la gente que te sigue acompañando cada día. Los que no apartaste en su momento porque te hacían bien y te ayudaban a construir este yo en el que me he convertido.

Me va a costar. No porque sea irremediablemente subnormal sino porque nunca me acostumbro a pensar que no toda la gente es buena.
En cualquiera de los casos, él estará mejor sin mí y yo, categóricamente, estoy mucho mejor sin él.
Y puede venir todo Hollywood con un ejército que me voy a pasar sus historias de amor por el mismísimo coño.

Los hombres sanos mentalmente y feministas siempre serán bienvenidos a mi vida.
Deja de ponerte excusas.

Cómo dice Isa Calderón:
"El amor, como los recuerdos, si se dejan de evocar, se van" 
Isa Calderón "It"


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