Star memories

jueves, 29 de marzo de 2012

Horas

Llevaba veinticuatro fuera y te soñaba. No dejaba de soñarte. De sonreír al pensarte.
Cuarenta y ocho horas después llegaban los rumores. Esos que tanto odio.
Reacciones típicas mías. Inesperadas. Guiadas por la pasión, buena o mala, pero pasión.

Veinticuatro horas y podría estar feliz, con una cerveza en la mano. Sin verte a mi lado. Relajada. Sonriendo... sin tí.
Hace ciento cuarenta y cuatro horas no veía el momento de coger otro avión.

Quedan ciento veinte horas y lo único que siento ahora es miedo. Pánico. Es atroz. No sé si me falta el aire o soy yo la que me lo quito. No quiero presentir y tener razón. No quiero mandar el mensaje incorrecto.

Será lo que será decía la canción. Sólo quiero que no sea. Que no tuviera que ser.
Ya escribí una vez que sería mejor si no hubieras venido nunca. Podrías haber sido mujer... O pollo, o elefante en una habitación, pero no, tenías que ser tú, con tus ojos color miel.

Tampoco voy a arrepentirme de nada. La pena es que tú vayas a hacerlo.
No voy a adelantarme. No quiero saber nada. Sólo quiero dejar de atormentarme. Deja de atormentarme.

Sé lo que sientes. A mí no me engañas por mucho que te lo niegues a tí mismo. El día de mañana no seré yo quien se lamente. Bienaventurado tú, que eres capaz de vivir una mentira, porque la ignorancia es la felicidad.

Universo de colores, de luces, me vas a oír alto y claro: soy feliz. Y tengo todo lo que necesito para ser feliz. Me lo das porque te lo pido. Porque no hay nada ni nadie que pueda pararme. Y si lo quiero, es mío.

Te garantizo que me vas a echar de menos. La canción te dice el por qué.
Veremos quién es más fuerte.

P.D. Querido reloj, ya no me impresionas.


No hay comentarios:

Publicar un comentario